POR JONATHAN LEMIRE AND JILL COLVIN /AP
MORRISTOWN, NUEVA JERSEY, EE.UU.
Con dos retuits durante el fin de semana, Donald Trump difundió teorías conspirativas que no tienen sustento alguno.
No es la primera vez que lo hace. De hecho, así lanzó su carrera política.
El presidente tiene un largo historial de propagar falsedades sacadas de medios conservadores marginales. Su sorpresiva conquista de la Casa Blanca fue producto en parte de la difusión de la teoría de que su predecesor Barack Obama no había nacido en Estados Unidos. También se hizo eco de numerosas falsedades que hacían quedar mal a sus rivales y apuntalaban su causa.
Ahora está usando la plataforma que ofrece la presidencia para promover afirmaciones sin sustento sobre la muerte del financista Jeffrey Epstein, violando otra norma de esa oficina y alimentando la confusión en torno al aparente suicidio de uno de los reos más conocidos del sistema federal de prisiones. Epstein, que se exponía a ser condenado a 45 años de cárcel por tráfico sexual y conspiración, fue encontrado muerto en su celda de Manhattan el sábado.
Epstein tenía vínculos con gente prominente de todo el mundo, incluidos el propio Trump, quien salió de juerga con él en la década del 2000, y el ex presidente Bill Clinton. Pocas horas después del aparente suicidio de Epstein, Trump compartió un tuit que vinculaba a Bill y Hillary Clinton con la muerte. Trump derrotó a Hillary Clinton en la contienda presidencial del 2016.
El mandatario justificó su decisión de compartir el tuit diciendo que el autor del mismo era “un conservador muy respetado”. Agregó que no tenía idea acerca de si los Clinton tuvieron algo que ver con la muerte, pero siguió promoviendo esa teoría, haciendo notar que el ex mandatario pasó bastante tiempo en un avión privado de Epstein y tal vez en su isla privada.
Los Clinton negaron cualquier papel en la muerte. En una declaración difundida el mes pasado, el portavoz de Clinton Ángel Ureña dijo que el ex presidente hizo cuatro viajes –dos a Asia, uno a Europa y otro a África– en un avión de Epstein en el 2002 y el 2003. Fue acompañado por personal suyo y agentes del servicio secreto “en todo momento”, agregó.
Ureña aseguró asimismo que Clinton jamás estuvo en una isla privada de Epstein.
Trump ya hizo otras acusaciones parecidas en el pasado: Que los Clinton habían tenido algo que ver en un publicitado suicidio. En 1993 sostuvo que la muerte del ex asesor de la Casa Blanca Vince Foster le “olía mal”, pero no hay pruebas de que haya habido alguna irregularidad.
Cuando comenzó a plantearse la posibilidad de postularse a la presidencia, Trump trató de sembrar dudas acerca de la legitimidad de la presidencia de Obama. Notó que los sectores conservadores más intransigentes empezaron a fijarse en él en el 2011, cuando dijo que Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, no había nacido en el país. Incluso después de que Obama mostró su partida de nacimiento, Trump insistió en expresar dudas y solo hacia el final de su campaña presidencial dejó de hablar de eso.
Al ser propagadas desde la Casa Blanca, estas afirmaciones –algunas con información falsa difundida deliberadamente, otras producto de la ignorancia– son peligrosas, según el historiador Julian Zeilzer, especializado en la presidencia.
Trump dice que él solo comparte lo que dicen otros y deslinda toda responsabilidad.