POR RUSSELL CONTRERAS Y JOHN L. MONE /AP
EL PASO, Texas, EE.UU.

La matanza de 22 personas en una tienda de Walmart de El Paso estremeció una ciudad que ha sido cuna de la cultura mexicano-estadounidense y también escenario de sangrientos episodios de violencia racial en el pasado.

El atacante, de raza blanca, aparentemente escribió una diatriba antihispana antes de empezar a disparar con un fusil tipo AK-47 contra clientes de Walmart –muchos de ellos hispanos–, causando estupor en una ciudad que ayudó a dar forma a la vida de los mexicano-estadounidenses en todo Estados Unidos por generaciones.

Muchos hispanos de origen mexicano de Los Ángeles, Nuevo México, Texas, Colorado y otros estados tienen raíces en El Paso, ciudad descrita a veces como “la Ellis Island de la frontera”, en alusión a la isla de Nueva York por la que pasaron millones de inmigrantes a fines del 1800 y en la primera mitad del 1900. Cantidades de mexicanos del interior del país llegaron a Estados Unidos a través de El Paso antes de la Segunda Guerra Mundial.

El líder revolucionario mexicano Pancho Villa visitó la ciudad. El cantante de música country Marty Robbins habló en un popular tema de cuando “me enamoré de una muchacha mexicana” en esta ciudad. Aquí nacieron el abogado especializado en los derechos civiles Oscar Zeta Acosta, el periodista Rubén Salazar y la poetisa Pat Mora. La ciudad es a su vez una especie de centro geográfico de los mexicanos de Estados Unidos ya que se encuentra a la misma distancia de Los Ángeles y de Houston.

“La historia de El Paso es mucho más profunda de lo que uno ve en las noticias”, afirmó Sergio Troncoso, novelista nacido en El Paso que ahora vive en Nueva York. “Ese manifiesto (del agresor) indica que el nacionalismo blanco sigue considerando a El Paso un sitio de extranjeros. Y es mucho más que eso”.

El Paso acaparó la atención el año pasado por el rápido aumento en la cantidad de migrantes de América Central que pedían asilo. En El Paso, por otro lado, se ensayaron medidas para contener la inmigración ilegal y el gobierno invirtió millones de dólares en agentes, barreras, equipo y tecnología.

El presidente Donald Trump ha dicho que la baja tasa de delincuencia de El Paso es prueba de que es necesario un muro en la frontera, a pesar de que estadísticas del FBI revelan que la ciudad siempre ha tenido tasas de delincuencia por debajo del promedio nacional. Las estadísticas indican que la ciudad es más segura que muchas otras municipalidades con la misma población.

El por qué el atacante eligió El Paso para su matanza sigue siendo un misterio. Pero los investigadores dicen que el manifiesto publicado en la internet que se le atribuye a él habla de una “invasión de hispanos a Texas” y de teorías sobre inmigrantes no blancos que reemplazan a los blancos.

Anthony Medrano, residente de El Paso, dijo que hubiera querido que el atacante lo pensase por un momento antes de disparar contra una multitud en esta ciudad de 700.000 personas mayormente de origen mexicano.

“Le hubiéramos mostrado que lugar tan bueno es este, donde puedes caminar de noche sin que te asalten”, declaró.

El Paso fue fundado a fines del 1500, tras la llegada del conquistador español Juan de Oñate, durante una expedición por lo que es hoy el estado de Nuevo México para establecer una colonia como parte de la Nueva España.

Fue un importante centro en el norte del imperio español y luego un sector clave del sudoeste estadounidense, con la expansión del ferrocarril por territorios disputados durante la Guerra Civil.

Hace un siglo, El Paso fue escenario de episodios de violencia racial y esa historia fue revivida durante el fin de semana.

En 1916, turbas de blancos y soldados estadounidenses atacaron a mexicano-estadounidenses inocentes en la ciudad después de que los hombres de Pancho Villa mataron a 19 ingenieros y personal de una empresa minera estadounidense. Se cree asimismo que la policía blanca de El Paso, en un gesto de represalia, prendió un fuego en una cárcel de El Paso, matando a 27 reos de origen mexicano.

El personal inmigratorio estadounidense en el puente fronterizo de El Paso de principios del 1900 desvestía a los mexicanos que cruzaban la frontera y rociaba sus ropas con Zyklon B, un pesticida venenoso inventado en Alemania en la década del 20.

“Hubo muchos casos de violencia racial en El Paso contra mexicano-estadounidenses”, dijo Mónica Muñoz Martínez, autora de «The Injustice Never Leaves You: Anti-Mexican Violence in Texas» (La injusticia nunca te deja: La violencia anti-mexicana en Texas) y profesora de estudios americanos en la Universidad Brown. “El recuerdo de esas acciones sigue vigente”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, no obstante, veteranos de combate de origen mexicano ayudaron a elegir en 1957 a Raymond L. Telles Jr., el primer alcalde mexicano-estadounidense de una ciudad grande de Estados Unidos. Telles nombró a figuras de origen mexicano en puestos importantes, como jefe de policía, y marcó pautas que luego imitaron otras ciudades con comunidades hispanas importantes.

Se dice que la ciudad dio forma al activismo político de los mexicanos y acuñó el término “pachuco”, que describe una subcultura mexicano-estadounidense asociada con trajes holgados conocidos como “zoot suit”, y con la vida de las pandillas. (La ciudad es también conocida como “El Chuco”, una abreviatura de pachuco).

Daniel Chacón, un novelista que pasó su infancia en Fresno, California, pero cuyo padre era de El Paso, dijo que la era de Telles facilitó el surgimiento de importantes movimientos literarios y artísticos de mexicano-estadounidenses en la ciudad.

“Pasó a ser una importante referencia de la cultura del sudoeste. Es una ciudad estadounidense”, dijo Chacón, quien dirige el departamento de escritura creativa de la Universidad de Texas en El Paso. “La única invasión que hubo aquí en los últimos 100 años fue la del sábado en Walmart”.

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