Por BARRY HATTON y ARITZ PARRA
MADRID
Agencia AP
El futuro político de España sigue incierto tras su tercera elección desde 2015 y el consenso entre los expertos es que la inestabilidad política no se resolverá a corto plazo.
El actual presidente de gobierno, Pedro Sánchez, celebró cuando su Partido Socialista Obrero Español (PSOE) obtuvo la mayor cantidad de votos en las elecciones del domingo, pero le será difícil gobernar los próximos cuatro años porque no tiene una clara mayoría en el Congreso de los Diputados.
La derecha española está fragmentada. El centro-derechista Partido Popular (PP) sufrió una aparatosa derrota. Pero al mismo tiempo, la elección marcó el alza de la ultraderecha y le deparó un buen resultado a un partido centro-derechista en crecimiento.
Al final de cuentas, el resultado hizo poco por despejar la incertidumbre sobre el futuro político de la cuarta economía más grande de la eurozona.
Tardará semanas o meses hasta que se despeje la nube en torno al panorama político español, opinó Andrew Dowling, experto en política española en la Universidad de Cardiff en Gales.
“Si el Partido Socialista quiere mantenerse en el poder los próximos cuatro años, tendrá que formar acuerdos para ganarse cierto grado de estabilidad”, expresó el académico.
Sánchez elogió la victoria del PSOE como antídoto contra las nuevas tendencias populistas y nacionalistas, y prometió fortalecer los lazos con la Unión Europea.
Pero el PSOE se quedó con sólo el 29% de los votos, y tendrá que hacer difíciles concesiones para poder gobernar. Con apenas 123 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados, Sánchez tendrá que negociar el apoyo de partidos más pequeños para poder gobernar.
Ni siquiera una alianza con el partido antiausteridad Unidos Podemos daría a los socialistas la cifra clave de 176 escaños para la mayoría absoluta.
Pero hay otras opciones.
La actual vicepresidenta Carmen Calvo declaró el lunes que creía que el resultado electoral, en el que los socialistas aumentaron su presencia parlamentaria de 85 a 123 escaños, era más que suficiente para que el partido pueda gobernar solo aun como minoría.
Los socialistas españoles apuntan hacia Portugal, donde un gobierno socialista tiene minoría pero gobierna con el acuerdo tácito de apoyo parlamentario por parte de otras agrupaciones centroizquierdistas.
Sin embargo, el PSOE llegó al poder en unas elecciones en junio que produjeron un gobierno de minoría que duró menos de año, hasta que otros partidos opositores, incluyendo los separatistas catalanes, se negaron a apoyar su plan de presupuesto.
Otra posibilidad es forjar una alianza centrista con el partido centroderechista Ciudadanos, cuya presencia en el parlamento creció de 32 a 57 escaños.
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en el pasado ha descartado unir fuerzas con Sánchez y se ha manifestado hostil hacia la agenda política de los socialistas. Ciudadanos insiste en que quiere encabezar la oposición.
Otra posibilidad es que Sánchez busque el apoyo de los separatistas catalanes.
Pero la inflexible demanda de los separatistas de independizarse de España en el 2017 hundió al país en su peor crisis constitucional en décadas, y el precio del apoyo catalán podría ser demasiado caro para Sánchez.
Gran parte de la incertidumbre se debe a la manera en que el abanico político español se ha fragmentado en los años recientes, luego de décadas en que el PSOE y el PP se alternaban en el poder.
Forjar alianzas de varios partidos ha resultado difícil, lo que ha acabado con gobiernos españoles. En 2015, un resultado inconcluyente de las elecciones generales llevó a negociaciones fallidas y una repetición de los comicios al año siguiente.
“El país ha sufrido un grado de inestabilidad excesivo”, indicó el diario La Vanguardia en un editorial el lunes. “Eso nunca es bueno. Y menos aún cuando la Unión Europea padece el mismo mal, debido al Brexit y al ascenso de los populismos”.
Para completar la transformación del paisaje político, el grupo de ultraderecha Vox se hizo el domingo con el 10% de los votos y 24 escaños en el parlamento nacional. Es la primera vez desde la década de 1980 que un partido de ultraderecha se sentará en el Congreso.
En total, cinco partidos consiguieron más de 20 escaños.