Por MARIA CHENG y JAMEY KEATEN
GINEBRA
Agencia (AP)

Un año después de que acusaciones de agresión y acoso sexual conmocionaran la agencia de Naciones Unidas que combate el VIH, UNAIDS parecía estar recuperándose del escándalo. El alto funcionario acusado había salido del organismo, el líder que presidía la institución anunció planes para marcharse antes de lo previsto y sus responsables prometieron corregir el ambiente “tóxico” descrito en una dura investigación.

Pero los problemas no habían terminado.

UNAIDS afronta ahora acusaciones hasta ahora inéditas de irregularidades financieras y sexuales relacionadas con Martina Brostrom, la empleada que en marzo del año pasado denunció públicamente que había sufrido una agresión sexual de un alto funcionario del organismo en 2015, según documentos a los que tuvo acceso The Associated Press.

Investigadores de la Organización Mundial de la Salud, a la que responde UNAIDS, encontraron pruebas de que la denunciante Brostrom y su antiguo superior habrían participado en “prácticas fraudulentas” y desviado fondos para viajes, según los resultados de una pesquisa interna preliminar.

Esa investigación había quedado en suspenso a finales de 2016, después de que Brostrom pidiera protección como informante en una queja formal al director ejecutivo de UNAIDS, Michel Sidibe. En el documento alegaba que el doctor Luiz Loures, uno de los segundos de Sidibe, la había besado a la fuerza e intentado sacarla a rastras del ascensor de un hotel en Bangkok. En un comunicado que no identificaba a Brostrom por su nombre, UNAIDS indicó que la investigación se había suspendido “para salvaguardar la integridad de un posible caso relacionado de acoso sexual”.

Brostrom no tenía conocimiento de que esa investigación existiera, afirmó su abogado Edward Flaherty.

“Ella desconoce, no ha sido informada de ninguna investigación de esta clase y rechaza cualquier acusación de falta de decoro”, dijo Flaherty.

El escándalo es una distracción que empaña la imagen de una agencia clave en los esfuerzos de Naciones Unidas por poner fin a la epidemia del sida para 2030, una labor multimillonaria y financiada por dinero público.

Entre sus importantes tareas, UNAIDS reúne datos, ayuda a diseñar políticas nacionales contra el sida y proporciona medicamentos que salvan vidas para tratar un virus que afecta a más de 37 millones de personas en todo el mundo y mata a más de 900 mil al año.

Las acusaciones de agresión sexual y mala gestión tras las denuncias que presentó Brostrom, que es sueca, hicieron que Suecia suspendiese su financiamiento a la agencia. El país escandinavo es el segundo donante más grande de UNAIDS, con más de 30 millones de dólares en 2017.

La denuncia de Brostrom contra Loures dio pie a dos pesquisas: una de la ONU que concluyó que no había pruebas suficientes para respaldar sus acusaciones y otra independiente sobre la gestión de la agencia que reveló una cultura de impunidad y “falta de liderazgo”. En medio de las críticas resultantes, Sidibe anunció que renunciaría en junio, seis meses antes de que terminara su mandato. Loures, que negó las acusaciones, se marchó tras expirar su contrato el pasado marzo.

Brostrom, a quien algunos atribuyen el inicio del movimiento #MeToo en la ONU, dijo a Sidibe en noviembre de 2016 que su entorno laboral se había vuelto cada vez más hostil justo después de la supuesta agresión.

“LL empezó a bloquear mi trabajo de forma explícita, me excluyó de reuniones importantes en área que yo dirigía y bloqueó mis peticiones de viajes de trabajo”, escribió en un correo electrónico al que tuvo acceso AP. La empleada dijo haberse convertido en “la víctima de una campaña maliciosa y anónima de difamación a principios de 2016” y que Loures la había reprendido y reasignado a un puesto peor.

Según documentos internos a los que tuvo acceso AP, la oficina de ética de la ONU y otros altos funcionarios de UNAIDS recibieron varios emails anónimos a principios de 2016 acusando de malas prácticas al exsupervisor de Brostrom, lo que llevó a la pesquisa interna que terminó incluyendo una revisión de la conducta de la propia Brostrom.

Durante la investigación de sus acusaciones contra Loures, la denunciante dijo que inmediatamente después de la supuesta agresión había llamado a su madre, a una amiga y a su entonces supervisor para decirles lo que había ocurrido. La madre de Brostrom dijo a los investigadores de la Organización Mundial de la Salud que su hija “estaba muy afectada y lloraba y no pensaba que algo así pudiera ocurrirle a ella”.
Cuando Brostrom hizo pública su historia, otras dos mujeres describieron encuentros similares con Loures.

“Siempre dije que las acusaciones contra mí son falsas”, dijo Loures a AP en un correo el sábado. Loures afirmó que las acusaciones de Brostrom en su contra solo se hicieron después de que él tomara medidas para investigar las malas prácticas del que fuera supervisor de ella. “Descubrí que no habían pedido permiso para viajar en varias ocasiones y habían engañado al sistema”.

Brostrom y su exsupervisor están de baja de UNAIDS por motivos no revelados. La investigación de la OMS sobre ellos sigue siendo preliminar y podrían ser exculpados.

En la pesquisa preliminar a la que tuvo acceso AP, que describía conversaciones con ambos sobre las posibles infracciones, el personal dijo haber revisado varios documentos, incluidos más de 1 mil 900 correos.

En un documento interno confidencial que pudo ver AP, los investigadores de la OMS indicaron que habían encontrado indicios de que Brostrom y su exjefe “pueden haber incurrido en una conducta poco profesional”, incluida la malversación de fondos. Los dos fueron reprendidos por “abusar de los privilegios de la ONU al solicitar tasas preferenciales en hoteles para mantener relaciones sexuales”. Las conclusiones preliminares señalan un caso en el que Brostrom y su colega aparentemente le dijeron al personal del hotel que “falsificase un recibo” para hacer pasar una actividad personal como algo de negocios.

Los investigadores de la OMS señalaron asimismo haber hallado pruebas de que la pareja usaba las cuentas de su trabajo “para mandarse mensajes con lenguaje sexual explícito, profanidad y desnudos”.

La investigación de las denuncias de agresión y acoso sexual que afectan a Loures fue reanudada y está ahora en manos de la Oficina de Servicios de Supervisión Interna de la ONU.

Suecia dijo que no planea reanudar la ayuda a UNAIDS por ahora.

Para que ello suceda, “UNAIDS debe hacer los cambios necesarios para modificar la cultura de esa organización y mejorar su manejo de (denuncias de) acoso, incluido el acoso sexual”, expresó la portavoz del gobierno sueco Diana Qudhaib en un correo electrónico.

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