WASHINGTON
AP
Las tensiones van en aumento, hay dedos apuntando a algunos nombres y la búsqueda de soluciones es cada vez más difícil.
Abrumado por una ola migratoria en la frontera de Estados Unidos que está sobrecargando el sistema, el presidente Donald Trump se aferra a cualquier cosa para contener la marea.
Trump, que durante su campaña prometió reforzar la seguridad en la frontera, ha descartado casi todas las opciones que sus asesores han logrado plantear para solventar el problema, en vano. El dirigente movilizó al ejército, firmó una declaración de emergencia para financiar un muro fronterizo y amenazó con sellar por completo la frontera sur. Y el jueves sumó una nueva amenaza: aranceles más altos a los autos fabricados en México si el país vecino no acata sus demandas.
Ahora, con los ánimos de un influyente asesor y la campaña para su reelección en el horizonte, Trump está planteando cambios de personal mientras intenta hacer recaer la culpa en otro lugar. El primer paso se dio el jueves, cuando la Casa Blanca retiró de forma inesperada la nominación de Ron Vitiello para ocupar de forma permanente la dirección del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, que hasta ahora comandaba de forma interina. El sorpresivo revés estuvo fomentado por el principal asesor político de Trump, Stephen Miller, y algunos creen que forma parte de un esfuerzo más amplio para incorporar a colaboradores que compartan las conservadoras ideas migratorias de Miller.
El Presidente señaló que quería adoptar una «dirección más dura”.
Un envalentonado Miller está considerando también la destitución de Lee Francis Cissna, director del Servicio de Ciudadanía e Inmigración, según dos personas que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizadas a discutir asuntos internos de personal. La Casa Blanca no respondió ayer a las preguntas sobre si el Presidente estaba de acuerdo con ese plan.
Trump está cada vez más exasperado por su incapacidad de hacer más para frenar el creciente número de migrantes que ingresan al país. Sus asesores, además, dijeron estar varados por los límites regulatorios, las limitaciones legales y por un Congreso que ha ignorado las peticiones del dirigente para cambios legislativos.
“Sin duda, hay una emergencia en la frontera sur”, dijo Trump el viernes durante una visita a la frontera sur en Calexico, California, donde su frustración se hizo evidente. “Es un aumento colosal y está saturando a nuestro sistema inmigratorio. Ya no podemos recibirlos”.
“Nuestro país está lleno”, agregó rotundo.
Expertos en inmigración señalan que las propias políticas del presidente causaron tanto caos en la frontera que podrían haber alentado los cruces ilegales. El furor causado por las separaciones familiares el verano pasado ayudó a poner el foco sobre el hecho de que las familias no pasan mucho tiempo detenidas en Estados Unidos, si es que llegan a estarlo. Y la práctica por la que se pide que la gente regrese a un concurrido puerto de entrada otro día para pedir asilo puede haber animado a los solicitantes a ingresar por cauces ilegales, apuntó Andrew Selee, presidente del Instituto de Política de Migración, un centro de estudios no partidista.
«Este caos político, junto a la sensación de que el gobierno de Estados Unidos podría llegar a cerrar realmente la frontera en algún momento, ha generado una urgencia de migrar ahora mientras sea posible”, agregó.
Sean cuales sean las razones para el repunte de la migración, existe un consenso cada vez mayor de que los recursos fronterizos federales están sobrepasados. Aunque los cruces ilegales siguen estando muy por debajo de las cifras record registradas en 2000, sí es la más elevada de los últimos 12 años. Y mientras la mayoría de quienes emprendían ese viaje solían ser ciudadanos mexicanos solteros que entraban a territorio estadounidense a buscar trabajo, ahora más de la mitad son padres con hijos que llegan desde Centroamérica para buscar refugio.