Roma/Berlín
DPA

Ni siquiera el Papa está exento del estrés de fin de año. Navidad, Año Nuevo, urbi et orbi: una agenda llena para el sumo pontífice. En estas fechas que normalmente deberían ser de calma y contemplación, el Papa Francisco debe lidiar con un tema que ha sumido a la Iglesia católica en una grave crisis de confianza: Los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos y cómo la Iglesia responde a los casos reportados.

Francisco ha convocado a una cumbre sobre el tema para finales de febrero, y su resultado se considera decisivo para el pontificado del argentino. Justo en este momento de crisis, sus hasta ahora portavoces, el estadounidense Greg Burke y la española Paloma García Ovejero, anunciaron su renuncia el pasado 31 de diciembre, dejando al Vaticano con un equipo de comunicación provisional.

El Papa no omitió la «monstruosidad» de los abusos durante su tradicional discurso de Navidad dirigido a la curia romana. Se refirió a los abusadores como atroces lobos dispuestos a «devorar almas inocentes» y que se ocultan detrás de una máscara de amabilidad, labor impecable y «rostros angelicales».

También hizo promesas: La Iglesia católica hará todo lo que sea necesario para llevar a los culpables ante la justicia, y no intentará encubrir ni un solo caso, añadió. Los responsables de las Conferencias Episcopales nacionales de todo el mundo se reunirán en el Vaticano del 21 al 24 de febrero, y las expectativas puestas en la cumbre son altas.

«Esto es comprensible en vista de la gravedad del escándalo que conmocionó e hirió a tantas personas, creyentes o no, en tantos países», dijo el religioso alemán Hans Zollner, del comité preparatorio de la cumbre.

La Iglesia católica está «enfrentando un desafío de época», dijo el obispo Stephan Ackermann a la agencia dpa. «Este es un punto de inflexión en la historia de la Iglesia, con el reto de ser Iglesia con mayor veracidad», señaló Ackermann, quien es el encargado de la Conferencia Episcopal Alemana para cuestiones de abuso sexual.

El obispo de Tréveris considera que la Iglesia está en crisis en muchos países: «No hay dudas de que estamos atravesando una etapa muy crítica».

Mientras que en Alemania el tema ocupa un lugar destacado en la opinión pública, no así en otras partes del mundo. En África, pero también en algunos países europeos como Italia, los abusos son a menudo subestimados, si no completamente ignorados. Así lo demostró también el Sínodo de los Jóvenes que tuvo lugar en octubre en el Vaticano. En el documento final, los obispos solo mencionan la pederastia eclesial en algunos pasajes en los que prometen medidas rigurosas de prevención. El apartado se incluyó en el documento final con votos en contra.

«Lamentablemente, también dentro de la Iglesia hay personas que quieren encubrir el tema de los abusos y prefieren ocuparse de otras cuestiones, por ejemplo de la homosexualidad o de la moral sexual de la Iglesia», dijo Bernd Hagenkord, jefe de redacción de la plataforma mediática Vaticannews.

Hay que reconocer a nivel mundial que había y hay varias formas de abuso en la Iglesia y que es necesario tomar medidas sistemáticas contra ello, añadió. La conferencia, sin embargo, no es un órgano de toma de decisiones. «Un fracaso de la cumbre -es decir, sólo hablar del tema y no tomar medidas pertinentes- sería tremendo para las víctimas y para todos aquellos que se han comprometido a luchar contra el abuso», añadió Hagenkord.

Las víctimas de abusos, que anhelan acciones concretas, ven la situación de manera similar. «Si este encuentro no ofrece más que palabras entusiastas y promesas para el futuro, será el final del camino para muchos que llevan años esperando que la Iglesia tome medidas concretas», dijo Marie Collins, ex miembro de la Comisión pontificia para la Protección de Menores, al portal de noticias católico «Crux».

El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el cardenal Reinhard Marx, había dejado claro en la asamblea sinodal de octubre que para Alemania la lucha contra los abusos tenía prioridad. No es de extrañar. Este año se anunciaron los impactantes resultados de un estudio realizado por encargo de los obispos.

En su documento final de 356 páginas, una investigación externa constató que entre 1946 y 2014 al menos 1670 clérigos católicos abusaron supuestamente de un total de 3677 menores de edad, la mayoría de sexo masculino. Más allá de las cifras, los investigadores se asombraron aún más al comprobar que el riesgo de abuso en las instituciones católicas sigue existiendo en la actualidad.

Como factores cuestionables, además del celibato sacerdotal, mencionaron también el «manejo problemático» del tema de la sexualidad y el notable poder de algunos clérigos. Tampoco los obispos alemanes ofrecen una respuesta satisfactoria en cuanto a cambios o reformas revolucionarias, afirman los críticos.

Desde su punto de vista no basta con querer hablar sobre el celibato y la moral sexual católica. Las expresiones de la voluntad de la Iglesia son «tan blandas como la mantequilla», censuró, por ejemplo, el movimiento católico crítico Somos Iglesia.

El fracaso de la cumbre de Roma podría recaer en la figura del papa, quien ya es objeto de fuertes críticas debido a su falta de respuesta en los escándalos de abusos en Chile o en los Estados Unidos. En febrero tiene la oportunidad de dar un golpe de timón.

OTROS CASOS

En India, las monjas hablan de sacerdotes católicos que entraron a sus habitaciones y de curas que las presionaron para convertir una estrecha amistad en sexo. En toda India, hablan sobre ser manoseadas y besadas y de las manos de hombres que fueron criados para creer que eran los representantes de Jesucristo presionadas contra su cuerpo.

En los peores casos, hablan de repetidas violaciones y de una jerarquía católica que hizo poco para protegerlas.

El Vaticano está al tanto desde hace años de los abusos sexuales a monjas cometidos por sacerdotes y obispos en Asia, Europa, Sudamérica y África, pero ha hecho muy poco para detenerlos, según reportó el año pasado The Associated Press.

En su discurso anual de Navidad, el pontífice habló sobre la burocracia del Vaticano al abuso, evidencia de que un año de revelaciones devastadoras de transgresión sexual y encubrimientos ha sacudido su papado y causado una crisis de confianza en la jerarquía católica.

Francisco reconoció que la Iglesia no trató el problema seriamente, diciendo que los líderes católicos _por falta de experiencia o poca visión_ actuaron «irresponsablemente» al no creer a las víctimas. Prometió que de aquí en adelante la Iglesia no volverá a encubrir ni desestimar casos.

El papa exhortó a las víctimas a exponer sus casos, agradeció a los medios de comunicación por exponer las denuncias y emitió una advertencia fuerte a los abusadores: «Cambien y entréguense a la justicia humana, y prepárense para la justicia divina».

Las declaraciones de Francisco marcaron un año terrible para la Iglesia, que comenzó cuando él mismo manejó mal un escándalo de abuso sexual en Chile y terminó con la jerarquía estadounidense en crisis de credibilidad debido a que fiscales estatales han comenzado a sacar a la luz encubrimientos que duraron décadas.

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