París
Agencia dpa

El primer ministro de Francia, Édouard Philippe, se reunió hoy con destacados representantes de los partidos del país y de los grupos parlamentarios para buscar una salida a la grave crisis tras los disturbios que se produjeron durante una ola de protestas este fin de semana.

Por su parte, el secretario de Estado del Ministerio de Interior, Laurent Nuñez, dijo a la emisora RTL que por el momento no se contempla reintroducir el estado de excepción, aplicado tras los graves atentados terroristas de noviembre de 2015 y levantado a finales de 2017.

En el marco de las consultas, el líder del partido conservador Los Republicanos, Laurent Wauquiez, pidió al Gobierno que deje sin efecto los aumentos de impuestos que van a entrar en vigor el 1 de enero. «Es necesario con urgencia un gesto de apaciguamiento», dijo Wauquiez en la emisora de noticias BFMTV. El dirigente también propuso un referéndum para que sean los franceses quienes decidan.

Durante el fin se semana se podujeron auténticas batallas campales entre la Policía y los manifestantes en París, hubo automóviles incendiados y saqueos de tiendas. La Policía detuvo a más de 400 personas, una cifra récord para las últimas décadas.

El jefe de Policía de la capital, Michel Delpuech, habló de una «violencia sin precedentes».

Las protestas de los «Chalecos Amarillos» se dirigen sobre todo contra el aumento de los impuestos a la gasolina y el diésel previstos a partir de enero, pero al no tratarse de un grupo organizado ni coordinado de forma central el resto de sus demandas son poco claras. En general se manifiestan en contra del alto coste de vida.

Philippe también habló con el líder de los socialistas, Olivier Faure, y tenía previsto hacerlo asimismo con la ultraderechista Marine Le Pen, de Rassemblement National (Agrupación Nacional).

Fue el presidente Emmanuel Macron quien encargó a Philippe la ronda de diálogo. Mañana, serán recibidos también líderes del movimiento «Chalecos Amarillos». No se esperan nuevas decisiones del Gobierno de centro hasta el miércoles.

La situación es un duro golpe para el presidente Macron. A su regreso ayer de la cumbre de los países emergentes e industrializados del G20 en Argentina fue a inspeccionar los daños causados por la violencia en París, pero no se manifestó públicamente. La indignación de los «Chalecos Amarillos» se dirige contra las reformas del Gobierno francés y contra el mandatario, cuya política consideran alejada de la realidad.

El Arco del Triunfo, ubicado en el oeste de la parte central de París y que resultó dañado en los disturbios, permaneció hoy cerrado. Un grupo de vándalos accedió el sábado en el marco de la protesta a este emblemático lugar en los Campos Elíseos y causó graves daños. Una portavoz de la oficina encargada de los monumentos dijo hoy que se están evaluando los daños para decidir qué trabajos deben hacerse.

El director de la oficina de monumentos, Philippe Bélaval, dijo al diario «Le Figaro» que los desperfectos ascienden a un millón de euros. «Hubo un saqueo metódico de las salas de exposición», aseguró. Fueron dañadas las vitrinas y cristales, un busto de mármol de Napoleón fue decapitado y los sistemas informáticos no funcionan. La Policía tomó pruebas de ADN para identificar a los sospechosos.

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