Por Can Merey/dpa y agencia AP
Washington
Pocas veces unas elecciones de mitad de mandato fueron seguidas con tanta tensión como las de ayer en Estados Unidos: era la primera vez que se votaba a nivel nacional desde la elección de Donald Trump a la Casa Blanca, y el Presidente las había presentado como un plebiscito sobre su política.
Trump es un presidente que miente a la opinión pública, que insulta a sus adversarios, que indigna a sus aliados y pone patas arriba todas las normas. Por eso, los demócratas esperaban que los comicios legislativos le pasaran factura por esta política de apisonadora. Pero quien esperara una tarjeta roja como resultado de la votación se sentirá hoy decepcionado.
Seguramente, Trump respiró aliviado tras semanas de intensa campaña al seguir junto con su esposa Melania, familia y amigos la noche electoral desde su residencia en la Casa Blanca. Porque el Partido Republicano sufrió una derrota, pero no demasiado grave.
La portavoz de Trump, Sarah Sanders, dijo a la emisora más cercana al mandatario, Fox News, que el presidente estaba teniendo una noche «increíble». También NBC habló de un ambiente muy positivo. Poco después se supo que los demócratas no habían conseguido su gran anhelo, la mayoría en las dos cámaras del Congreso. Pero los votantes sí le sacaron a Trump la tarjeta amarilla.
¿QUÉ REPRESENTA ESA VICTORIA DEMÓCRATA?
Los demócratas consiguieron la mayoría en la Cámara de Representantes y les quitaron a los republicanos cuatro puestos de gobernador, pero la «ola azul» temida por algunos republicanos -el azul es el color de los demócratas- no se produjo.
La victoria de los demócratas en la Cámara de Representantes podría tener repercusiones a nivel mundial, pues la oposición ahora tendrá la facultad de lanzar investigaciones sobre los negocios multinacionales del presidente Donald Trump y sus vínculos políticos con otros gobiernos del mundo.
El control de la cámara baja deja a los demócratas con un arma potente: citaciones judiciales de cumplimiento obligatorio, con los que podrán obligar a funcionarios, empresarios y otras figuras a entregar documentos y hacer declaraciones bajo juramento.
La Casa Blanca probablemente resistirá esos pedidos presentando demandas en las Cortes, pero el alcance de las citaciones podría extenderse mucho más allá de Washington.
Ello implica, por ejemplo, que el Congreso podrá investigar ahora las 18 marcas que China ha aprobado en meses recientes, vinculadas con Trump y a su hija Ivanka. La pregunta es si hubo allí un conflicto de interés. China dice que da tratamiento igual a todas las solicitudes comerciales, pero ahora la cámara baja podrá indagar si China trató de congraciarse con Trump para lograr concesiones políticas o diplomáticas.
Para Rusia, el resultado significa que probablemente habrá más investigaciones sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. Cuando los republicanos tenían el control de la cámara baja, la Comisión de Inteligencia dio por concluida su investigación, pero ahora los demócratas podrían reanudarle, pues consideran que los republicanos ignoraron pruebas y testigos clave.
PERO EL SENADO SÍ SERÁ PARA TRUMP
El Senado sigue siendo de mayoría republicana, y eso permite a Trump al menos continuar con todos sus nombramientos, un alivio teniendo en cuenta que el Presidente nombra y destituye a colaboradores a buen ritmo. El Senado tiene que confirmar todas las designaciones de Trump, ya sea de jueces, ministros o embajadores.
El Partido Republicano retuvo el control del Senado con poco suspenso luego de derrotar a senadores demócratas en Indiana, Dakota del Norte y Missouri, concediendo una victoria al presidente Donald Trump al garantizar que la cámara será la guardiana de su agenda conservadora durante dos años más.
Para sellar su triunfo, los republicanos se apoyaron en los votantes conservadores de derechas de estados rurales tradicionalmente controlados por la formación, en los que la retórica incendiaria de Trump motivó a los conservadores al tiempo que enfurecía a los progresistas de otras partes del país.
«Donald Trump salió y se dejó la piel», manifestó el senador republicano por Colorado Cory Gardner, que dirige el comité de campaña republicano al Senado, en una entrevista. Señaló que los mítines de Trump reunieron a miles de personas en estados clave durante las últimas semanas de la campaña, añadiendo que “el Presidente fue el factor”.
La importancia del triunfo republicano en el Senado, que estaba en manos del partido desde hacía cuatro años, se vio magnificada luego de que los demócratas le arrebatasen el mando en la Cámara de Representantes. Esta es una fórmula casi segura para dos años de estancamiento y posicionamiento de cara a los comicios presidenciales y legislativos de 2020.
Los republicanos retuvieron sus escaños en el Sur, el Medio Oeste y el Oeste, y se aseguraron al menos una mayoría de 51-49, la misma de la que gozan en la actualidad. Con tres carreras todavía sin decidir a primera hora, los conservadores tendrían la oportunidad de ampliar su ventaja con posibles victorias en Florida, Arizona y Montana.
ASÍ EL PANORAMA PARA LA CASA BLANCA CON EL SENADO
El triunfo es también importante porque en el Senado es donde se confirman las nominaciones, incluyendo las de jueces de la Corte Suprema y federales, una prioridad para los republicanos.
La agenda del partido incluye recortes fiscales y de gasto, comercio, restricciones de inmigración y limitaciones a la ley de atención sanitaria del expresidente Obama. A excepción de algunos compromisos, quizás en infraestructuras, sus iniciativas quedarían estancadas en la Cámara de Representantes.
Pero el Senado podría tener dificultades incluso para sacar adelante proyectos de ley. Los republicanos no alcanzarán los 60 votos necesarios para evitar los filibusterismos demócratas, demoras de procedimiento que anulan una legislación.
Los republicanos iniciaron la jornada con una estrecha mayoría en el Senado y las matemáticas a su favor: los demócratas y sus dos aliados independientes defendían 26 escaños, por solo nueve de los republicanos.
NO SALIÓ TAN MAL PARADO
Tratándose de unas elecciones de medio mandato, en las que tradicionalmente pierde el partido que está en el Gobierno, los republicanos no salieron del todo mal parados. Por ejemplo, el antecesor de Trump, Barack Obama, tuvo que hacer frente a una mayoría opositora en las dos cámaras en los comicios legislativos de hace cuatro años. Una mayoría que paralizó los dos últimos años de su mandato.
Los demócratas habían perdido la Cámara de Representantes ya en 2010, a mitad del primer mandato de Obama, quien asumió toda la responsabilidad por ello y reconoció su «completa derrota».
Trump no incluye en su visión del mundo la posibilidad de una autocrítica semejante. «Nada es más importante para su imagen de sí mismo que el convencimiento de que él no comete errores y que cuando algo malo pasa, es culpa de otro», comentó la revista Político.
El Presidente se pronunció por primera vez a las 23:14 horas de ayer, cuando los resultados ya estaban claros. Hasta entonces, su cuenta de Twitter estuvo en silencio. «Tremendo éxito esta noche. ¡Gracias a todos!», escribió. Esta mañana volvió a comentar las elecciones calificándolas como una «gran victoria».
Antes, Sanders había subrayo que Trump había estado en la cifra récord de 50 mítines durante la campaña, apoyando a decenas de candidatos. Una posible lectura de esta declaración es que el mandatario lo dio todo. Si los candidatos fracasan pese a ello, no se lo pueden achacar al jefe de Estado.
NO TODO ES VENTAJA
El «tremendo éxito» queda opacado cuando uno piensa en lo que significará para Trump la pérdida de la mayoría en la Cámara de Representantes. Los demócratas podrán bloquear leyes y podrían iniciar un proceso de destitución o «impeachment». Pero no podrían imponer la destitución porque para eso hace falta que voten a favor 67 de los 100 senadores. Sin embargo, los representantes demócratas le pueden hacer la vida difícil con una serie de investigaciones.
La negativa del antiguo magnate inmobiliario a hacer públicas sus declaraciones de impuestos hace pensar que podría tener algo que ocultar. Tampoco está totalmente descartada la sospecha de que su equipo de campaña pudo coludirse con los rusos en 2016.
Sanders ya se encargó de advertir a los demócratas que se dediquen «a aquello para lo que fueron elegidos» y no a «perder el tiempo» con investigaciones.
Pero muchas personas pudieron haber votado a los demócratas precisamente para que frenen a Trump. Una encuesta a boca de urna de la CNN reveló que un 39 por ciento de los electores consideraban su voto «anti-Trump», frente a sólo un 26 por ciento que dijo que quería apoyarlo.
Tres cuartas partes de los encuestados consideraron que el país está ahora más dividido que antes, algo con lo que sin duda tiene que ver la retórica incendiaria de Trump, que afirma, por ejemplo, que los demócratas quieren convertir Estados Unidos en un país como la socialista Venezuela por su política de fronteras abiertas a los inmigrantes.
El hecho de que el Presidente vea de forma positiva el resultado de los comicios hace pensar que tampoco va a cambiar su política. Ni restaurará las relaciones transatlánticas de amistad con Europa ni se resolverá por ahora el enfrentamiento comercial con la Unión Europea (UE) ni con China.
Eso sí, la polarización que genera Trump ha conseguido que la gente vaya a votar. «Ya saben, las elecciones de mitad de mandato eran aburridas», dijo en un acto de campaña el lunes. «Ahora son lo más apasionante».
El presidente tratará de mantener esta pasión, porque aunque la votación ya pasó, empieza la cuenta atrás para la siguiente, las presidenciales de 2020, para las que desde el miércoles faltan 726 días. Lindsey Graham, senador republicano y aliado del mandatario, comentó en la noche del martes: «Pienso que Trump va bien encaminado a su reelección».
CIFRAS
En las elecciones estaban en juego:
435
Bancas de la Cámara de Representantes
35
De los 100 asientos en liza en el Senado
36
Elecciones a gobernadores