Río de Janeiro
DPA

Las elecciones presidenciales de Brasil son vistas como las más crispadas e inciertas desde el regreso de la democracia en 1985. Tres anomalías que caracterizan estos comicios en el mayor país de América Latina:

EL FAVORITO DE LOS ELECTORES, PRESO
Artífice del despegue económico de Brasil en la década pasada, Luiz Inácio Lula da Silva sigue siendo el político más popular del gigante sudamericano. Pese a que purga desde abril una pena de 12 años de prisión por corrupción, el expresidente (2003-2010) e ídolo de la izquierda alcanzaba el 39 por ciento de los apoyos en los sondeos antes de que su candidatura fuera inhabilitada a finales de agosto.

Además de conseguir traspasar buena parte de esos apoyos a su sustituto, Fernando Haddad, Lula convirtió la cárcel donde está recluido en la sureña ciudad de Curitiba en escenario de la alta política. Personalidades como el expresidente uruguayo José Mujica, el filósofo estadounidense Noam Chomsky y el expresidente del Parlamento Europeo Martin Schulz visitaron a Lula en prisión.

EL LÍDER DE LAS ENCUESTAS, APUÑALADO
El ultraderechista Jair Bolsonaro, líder de los sondeos en ausencia de Lula, fue atacado por un hombre el 6 de septiembre durante un acto electoral en el estado de Minas Gerais. El atacante le clavó un cuchillo en el abdomen y dijo tras ser arrestado que lo hizo porque se sentía «amenazado» por el candidato.

Bolsonaro estuvo internado casi un mes en un hospital e hizo campaña únicamente por las redes sociales, un espacio en el que, por otro lado, se siente más a gusto que en el cara a cara con sus adversarios políticos. Ocho días antes de las elecciones recibió el alta médica.

TEMER, IMPOPULAR E IGNORADO

En 2016 Michel Temer apoyó el proceso de destitución de Dilma Rousseff, a la que servía como vicepresidente, y desde entonces es una de las figuras más detestadas de la política brasileña. Visto por muchos como un presidente ilegítimo y salpicado por denuncias de corrupción, Temer alcanzaba apenas menos de un 6 por ciento de aprobación en las últimas mediciones.

El mandatario se dedicó en las últimas semanas a atacar a varios candidatos, sobre todo a aquellos aliados que se distanciaron de él por su pésima imagen. Unos curiosos videos que colgó en Twitter fueron objetos de burla. En uno de ellos, el presidente acusa al centroderechista Geraldo Alckmin de ocultar la verdad y «revela» que Alckmin y su partido cooperaron muy bien con el Gobierno Temer.

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