Por NICOLE WINFIELD y TRISHA THOMAS
DUBLÍN, Irlanda
Agencia (AP)

Al comienzo de una visita a Irlanda, el Papa Francisco dijo hoy que comparte la indignación de los católicos por el hecho de que las autoridades eclesiásticas no castigaron los «delitos repugnantes» de los sacerdotes violadores y abusadores de niños y prometió librar a la Iglesia de este «flagelo».

Tratando de responder a una protesta global por el escándalo del abuso, Francisco citó las medidas tomadas por su predecesor, el Papa Benedicto XVI, para responder a la crisis, pero Benedicto nunca reconoció el papel del Vaticano en la promoción de una cultura de encubrimiento.

Francisco no dio nuevos detalles de las medidas que podría tomar para sancionar a los obispos que no protegieron a sus rebaños.

«El hecho de que las autoridades eclesiásticas _obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros_ no hayan abordado adecuadamente estos delitos repugnantes ha provocado, con razón, indignación y sigue siendo una fuente de dolor y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto estos sentimientos», dijo el Papa en un discurso ante el gobierno y las autoridades civiles en el Castillo de Dublín.

Apartándose de la lectura de su discurso, Francisco dijo que estaba empeñado en librar a la Iglesia de este «flagelo», sin importar el costo moral o la magnitud del sufrimiento que provoque.

El viaje de Francisco, la primera visita de un Papa a Irlanda en 39 años se ha visto eclipsado por una renovada indignación contra las fallas estructurales de la Iglesia católica a la hora de proteger a los niños o al castigar a los obispos que solaparon delitos, después de nuevas revelaciones en Estados Unidos, una crisis en curso en Chile y los procesos a jerarcas en Australia y Francia.

Irlanda es uno de los centros de la crisis de abusos sexuales en la Iglesia católica. Se espera que Francisco se reúna con algunas de las víctimas durante su visita de 36 horas.

Sin embargo, es poco probable que las palabras de Francisco o su nueva reunión con las víctimas de abuso puedan calmar la indignación que reina entre los católicos.

«Decepcionante, nada nuevo», fue la reacción de la irlandesa víctima de abusos Marie Collins, exintegrante de un panel asesor de abusos sexuales de Francisco. Ella renunció al cargo el año pasado por frustración.

Un posible indicio del nuevo sentimiento popular fue la recepción que Francisco recibió en Dublín, que contrastó fuertemente con la estridente bienvenida que tuvo Juan Pablo II en 1979, comparable con la de un astro de rock.

Hubo poca gente para darle la bienvenida a Francisco, tanto en el aeropuerto como en las calles cercanas. Solo un puñado de personas lo recibió frente a la nunciatura del Vaticano en Dublín, a pesar del tiempo soleado del fin de semana. Al final de la tarde una multitud empezaba a formarse fuera de la catedral de Dublín, donde se esperaba que Francisco ofreciera un discurso.

Irlanda ha tenido uno de los niveles más altos de curas abusadores en el mundo, delitos que fueron revelados a los 4,8 millones de personas de la nación profundamente católica a través de una serie de investigaciones ordenadas por el gobierno en la última década.

Las revisiones concluyeron que miles de niños fueron violados o sufrieron otros abusos a manos de sacerdotes. Además, padecieron abusos físicos en escuelas administradas por la Iglesia, mientras que los obispos encubrieron a los abusadores.

La Iglesia irlandesa ya ha promulgado normas nuevas y más severas para reducir los abusos y esperaba la primera visita de un papa en 40 años para mostrar que ahora es diferente y más solidaria frente a los problemas de las familias católicas de hoy.

Más de 37 mil personas, la mayoría jóvenes católicos, se inscribieron para asistir al Encuentro Mundial de las Familias, patrocinado por el Vaticano, que comenzó en Dublín el martes y durará hasta el domingo, más del doble que el último encuentro familiar celebrado en Filadelfia hace tres años.

Algunos fieles expresaron esperanzas.

«Veo mucha vida nueva entre los jóvenes que tienen una fe profundamente comprometida, la fe católica», dijo Sean Ascogh, un feligrés que habló durante una misa reciente en Blessington, al suroeste de Dublín.

«Obviamente, están muy decepcionados por lo que ha estado sucediendo en la Iglesia en los últimos años, particularmente por todos los escándalos de abusos, pero creo que la gente puede trascenderlo», agregó.
«La Iglesia en Irlanda, antes y ahora, ha desempeñado un papel en el bienestar de los niños que no se puede ocultar», dijo el papa. «Es mi esperanza que la gravedad de los escándalos de abuso, que han arrojado luz sobre las fallas de tantos, sirva para enfatizar la importancia de la protección de menores y adultos vulnerables por parte de la sociedad en su conjunto», añadió.

El primer ministro Leo Varadkar, quien dio la bienvenida a Francisco el sábado en el Castillo de Dublín, y quien es abiertamente gay, estuvo de acuerdo. Dijo que tanto la Iglesia como el Estado tienen una historia de «dolor y vergüenza», e instó al papa a asegurar que las víctimas de abuso sexual encuentren «justicia, verdad y sanación».

El historial de abusos en Irlanda ha dejado su huella.

En un país donde los obispos católicos ejercieron tal influencia que asesoraron a los redactores de la constitución de la república en la década de 1930, los votantes de los últimos años han dado la espalda a las enseñanzas católicas fundamentales: revocaron una prohibición constitucional del aborto y legalizaron el divorcio, la anticoncepción y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Se espera que las víctimas irlandesas de abusos y sus simpatizantes realicen una manifestación el domingo en Dublín, al mismo tiempo que Francisco celebra una misa de clausura de la conferencia familiar.

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