POR CATHERINE LUCEY, ZEKE MILLER Y LISA MASCARO/AP
WASHINGTON

En llamadas desde la Oficina Oval, desde el avión presidencial y desde su club de golf en Nueva Jersey, el presidente Donald Trump volvía una y otra vez sobre su gran preocupación: ¿quién es el mejor para ocupar la vacante en la Corte Suprema? La respuesta final causó poca sorpresa: Trump eligió a la persona que desde el comienzo había sido su preferido: el juez de la Corte Federal de Apelaciones Brett Kavanaugh, un favorito de los republicanos.

La búsqueda de Trump comenzó casi dos semanas antes, cuando el juez Anthony Kennedy, de 81 años, lo visitó en la Casa Blanca para anunciar su plan de retiro. Sin embargo, el proceso ya se remontaba a dos años atrás, cuando el candidato Trump dio a conocer una lista de eventuales postulaciones a la Corte aprobada por grupos derechistas en un intento por convencer a los votantes republicanos escépticos en las elecciones primarias.

De esa lista salió el juez Neil Gorsuch el año pasado y Trump quería repetir esa jugada.

De la lista de 25, tomó un grupo de seis que se redujo a cuatro el fin de semana. Los otros finalistas eran los jueces federales Thomas Hardiman, Amy Coney Barrett y Raymond Kethledge.

Trump entrevistó a los cuatro y se dejó seducir rápidamente por Kavanaugh, de acuerdo con una persona allegada al proceso, quien dijo que el Presidente habló con el juez durante una hora y media en más de una reunión. Lo impresionaron las credenciales académicas del graduado de Yale, su lista impresionante de opiniones escritas y la frecuencia con la que otras Cortes las citaban.

Trump parecía estar convencido de que Kavanaugh sería confirmado y sostuvo que un juez más conservador difícilmente sería aprobado por las senadoras Lisa Murkowski de Alaska y Susan Collins de Maine. Cuando el grupo salía del lugar, Trump les dijo a manera de despedida: “Kavanaugh va a ser excelente”.

El juez Kavanaugh es el arquetipo de la élite jurídica de los republicanos. Egresó de una universidad de la “Ivy League”, como se conoce a un grupo de ocho universidades prestigiosas de Estados Unidos. Trabajó para el juez al que habrá de sustituir, investigó a un Presidente demócrata, trabajó en una Casa Blanca republicana y hasta ahora era un miembro influyente de la que con frecuencia es descrita como la segunda corte más poderosa del país.

Si lo confirma el Senado, Kavanaugh probablemente será un confiable voto conservador que debilitará o hará peligrar los derechos al aborto, apuntalará el apoyo en la Corte Suprema a la pena capital y acotará el poder de las agencias reguladoras, pero antes habrá de enfrentar una fuerte oposición de los demócratas, quienes ya habían descrito a Kavanaugh como demasiado conservador.

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