Por agencia/dpa
Roma/Santiago de Chile
El Papa Francisco aceptó hoy la renuncia de tres obispos chilenos, entre ellos la de Juan Barros, una figura clave en el escándalo de abusos sexuales que sacudió a la Iglesia Católica del país sudamericano, informó el Vaticano, en una decisión celebrada por las víctimas.
«Empieza un nuevo día para la Iglesia chilena, no puedo estar más emocionado y feliz», señaló el periodista Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de los abusos sexuales contra menores cometidos por el sacerdote Fernando Karadima, suspendido de por vida de sus funciones desde hace ya algunos años.
Además de Barros, denunciado por las víctimas como uno de los presuntos encubridores de los delitos de Karadima, el Pontífice aceptó las dimisiones de los obispos Cristian Caro y Gonzalo Duarte.
«Se están yendo los delincuentes para la casa», agregó Cruz, quien junto con el médico James Hamilton y el filósofo José Andrés Murillo, también víctimas de abusos, fueron invitados al Vaticano por el Papa en abril pasado, oportunidad en la que le entregaron sus testimonios personales sobre el mayor escándalo que sacude a la Iglesia chilena.
Los tres obispos, que serán reemplazados en sus cargos por administradores apostólicos, forman parte de la Conferencia Episcopal Chilena, de 33 obispos, que en mayo pasado ofrecieron al Papa su renuncia en bloque a sus cargos tras un encuentro en el Vaticano, donde sostuvieron una reunión de tres días para abordar los abusos a menores cometidos por Karadima y sus presuntos encubridores.
La decisión del Papa Francisco se conoció un día antes de la segunda visita que iniciarán en Chile el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y el sacerdote español Jordi Bertomeu, designados por el Sumo Pontífice «con el fin de avanzar en el proceso de reparación y sanación de las víctimas de abusos» sexuales, según había anunciado Francisco a fines de mayo.
Enviados por el Papa, Scicluna y Bertomeu estuvieron en febrero pasado en Chile, oportunidad en la que recibieron testimonios de cerca de 70 víctimas, entre ellos Cruz, Hamilton y Murillo, además de un grupo de laicos de la diócesis de Osorno que demandaban la renuncia del obispo Barros, designado en el cargo en 2015 por el Sumo Pontífice.
El caso más relevante era el de Barros, que ha sido acusado por las víctimas de Karadima no solo de encubrir los crímenes del sacerdote sino de haber sido testigo de los abusos.
Fernando Karadima, de 81 años, fue sancionado en 2011 por la Santa Sede a un retiro de por vida de sus funciones por delitos ocurridos entre 1980 y 1995, según estableció la Justicia chilena, que no pudo aplicarle ningún castigo, pues los hechos ya habían prescrito.
El caso de Karadima-Barros incluso opacó la visita que el Papa realizó a Chile en enero pasado, ya que el obispo de Osorno estuvo presente en todas las Misas que ofició el Pontífice y éste hizo una defensa cerrada del prelado.
«El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar», dijo en la gira a Iquique, en el norte del país. «Son todas calumnias”, añadió en esa oportunidad, lo que provocó la molestia de los laicos de Osorno, quienes desde su designación realizaron protestas en las que incluso debió intervenir la Policía.
Durante el vuelo de vuelta de su gira, el Papa se retractó de la contundencia de sus palabras, aunque siguió poniéndose de parte del religioso.