Por Andrea Sosa Cabrios (dpa)
Quebec/dpa

Michel Miville puso placas de madera en las ventanas del mercado «Marché St. Ursule», en la parte histórica de Quebec. Quiere proteger las cervezas, en anticipo de las protestas que anunciaron grupos radicales contra la cumbre del Grupo de los Siete (G7).

«Hoy hay una marcha pequeña, pero mañana es la grande», dijo Miville a dpa. «Nos quedamos abiertos, pero con medidas de seguridad sobre todo por lo que guardamos ahí», explicó, señalando el refrigerador lleno de latas de cervezas.

El pequeño supermercado está a pocas calles de la puerta de St.Jean de la antigua ciudad amurallada. Cerca está también el Centro de Convenciones de la cumbre, donde culminará la marcha de mañana, cuando se inaugura el encuentro de dos días.

No obstante, los líderes del G7, formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, estarán a salvo. Ellos deliberarán en un hotel exclusivo a 140 kilómetros de Quebec, en la localidad turística de La Malbaie.

Demasiado lejos para verse afectados, aunque también en La Malbaie se instaló una «área de libre expresión» para el que quiera manifestarse.

Quebec recuerda todavía los desmanes que hubo en 2001 con motivo de la Cumbre de las Américas que se celebró en la ciudad.

A algunos empleados cerca del Centro de Convenciones les han dado la tarde de hoy y todo el viernes libre. Por precaución.

Una mujer que esperaba el autobús 11 en la Place D’Youville dijo que no percibía un ambiente de protestas. «Pero todos nos acordamos de 2001», matizó.

Junto al Centro de Convenciones de Quebec, que es el centro de operaciones de la prensa acreditada para la cumbre, grandes bloques de cemento protegen las vallas metálicas de eventuales intentos de derribamiento.

También se han colocado muros de contención de concreto y se ven cada vez más policías con sus chalecos amarillos a medida avanzan las horas, aunque no se sabe si las protestas serán al final realmente importantes.

Algunas organizaciones que quieren hacerse oír en la cumbre son pacíficas y no tienen previsto salir a romper cristales.

Oxfam, una organización de ayuda al desarrollo, hizo hoy una acción con grandes cabezas que representaban a los jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el estadounidense Donald Trump y la alemana Angela Merkel, para pedir equidad económica para las mujeres.

Otros son grupos más extremos y pretenden protestar contra el capitalismo, el colonialismo, el racismo, la destrucción ambiental, el sexismo y las fronteras con todos los medios a su alcance.

La cumbre es «una ocasión especial para la elite global para celebrar en grande su dominio sobre la economía mundial», señaló la Red de Resistencia Anti-G7, organizadora de la marcha de mañana. «¡Demostremos que haremos lo que sea necesario para luchar contra este sistema injusto!».

En Toronto hubo en 2010 una batalla campal entre la policía y los manifestantes cuando se reunió el Grupo de los Veinte (G20). Cientos de manifestantes fueron detenidos.

Sin embargo, a diferencia de otras cumbres, estos días se esperan acciones sobre todo de grupos locales, más que de contingentes internacionales.

Quebec será el centro de las protestas debido a que La Malbaie es de más difícil acceso. Además de marchas el jueves y viernes, el sábado sindicatos y activistas harán algunas actividades cerca de la Legislatura de Quebec.

Muchas escuelas, jardines de niños y oficinas gubernamentales cerrarán el viernes. Unos 20 mil niños y 10 mil empleados de Gobierno tendrán el día libre.

Chintia Laflamme no tiene miedo. Su comercio «Le marché D’Emma» permanecerá abierto y no ha tomado medidas especiales de protección, aunque siente, desde ahora, que el Vieux Quebec, la parte antigua de la ciudad, está extrañamente calmo.

«Muy raro. Nos estamos preguntando si será la calma antes de la tormenta», bromea. Aun así sus empleados siguen trabajando. «Supongo que si cierro mis puertas, más motivos tendrá para venir», afirma. «Me quedaré y si vienen, ya veremos».

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