Por EMILY SCHMALL y JIM VERTUNO
BOERNE, Texas, EE.UU.
Agencia (AP)
Tammie Jo Shults estaba decidida a irrumpir en el exclusivo club de los aviadores militares.
Fue una de las primeras mujeres que pilotearon aviones de combate en la Armada de Estados Unidos y participó en misiones de entrenamiento durante la Operación Tormenta del Desierto, piloteando un avión enemigo, al tiempo que luchaba con otras mujeres por que se eliminase la norma de que no podían participar en combate.
Veinticinco años después, Shults estuvo al control del vuelo 1380 de Southwest Airlines que se dirigía a Dallas y que tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Filadelfia cuando uno de los motores del Boeing 737 explotó mientras viajaba a 800 kilómetros (500 millas) por hora a una altura de 9 mil 144 metros (30 mil pies) con 149 personas a bordo.
Fragmentos metálicos habían golpeado el avión y los pasajeros dijeron que tuvieron que rescatar a una mujer que estaba siendo succionada por una ventana dañada. La mujer falleció más tarde por lesiones en la cabeza, el cuello y el torso.
Shults transmitió calmadamente los detalles de la crisis a los controladores del tráfico aéreo y los pasajeros elogiaron la forma en que manejó la situación.
“Todo el mundo está hablando de Tammie Jo y de lo serena que se mantuvo en la crisis. Típico de Tammie Jo”, comentó Racherl Russo, amiga de Shults de la iglesia a la que acude en Boerne, Texas, unos 48 kilómetros (30 millas) al noroeste de San Antonio. “Está programada así”.
Shults y el otro piloto del avión, Darren Ellisor, dijeron en un comunicado que simplemente cumplieron con su trabajo.
Shults se incorporó a la Armada en 1985 y alcanzó el rango de teniente, de acuerdo con el comandante Ron Flanders, portavoz de la Fuerza Aérea Naval en San Diego.
Fue una de las pocas que aprendió a volar el F/A-18 Hornet, un jet de combate de un solo asiento reservado para los pilotos de elite, según la piloto de helicópteros Andi Sue Phillips
.
Pilotear ese avión “es agotador”, agregó.
Phillips comentó que había mucha resistencia a que las mujeres piloteasen jets y el que Shults “volase un avión de combate cuando nadie la quería es algo impresionante”.
Las aviadoras no podían ir a misiones de combate hasta el mes después de que Shults dejó de estar en activo en marzo de 1993, pero Flanders dijo que Shults voló durante los entrenamientos de la Operación Tormenta del Desierto, haciendo el papel de piloto enemigo.
«Aunque en ese tiempo había una exclusión, ella de hecho estaba ayudando a colegas hombres a pulir sus habilidades», dijo Flanders.
“Obviamente que fue algo frustrante”, afirmó Linda Maloney, una de las primeras mujeres incorporadas a escuadrones de combate y quien estuvo activa en el Golfo Pérsico. “Recibimos el mismo entrenamiento que los hombres y esperamos que la Armada nos permita hacer vuelos de combate en algún momento”.
Maloney incluyó a Shults en su libro «Military Fly Moms», junto con las historias y fotos de otras 69 mujeres que sirvieron en las fuerzas armadas de Estados Unidos.
En el libro Shults habló de su determinación a “ingresar al club” de aviadores militares, que por entonces solo admitía hombres.
“No parecía haber demanda alguna de mujeres pilotos”, manifestó.
Russo y Staci Thompson, quien conoce a Shults desde hace unos 20 años y fue niñera de sus dos hijos cuando eran pequeños, dijeron que le “encantaba” su carrera militar, pero a veces hablaba de las frustraciones y los retos que conllevaba.
Indicaron que esas experiencias la hicieron más fuerte.
“Aprendió cómo salir adelante en un campo dominado por los hombres”, expresó Russo.
Shults pasó su infancia en un rancho de Nuevo México, cerca de la Base Hollman de la Fuerza Aérea y sacó títulos en biología e industria agropecuaria en la MidAmerica Nazarene University de Olathe, Kansas.
Su esposo Dean Shults también es piloto de Southwest.