POR NICOLE WINFIELD Y EVA VERGARA/AP
CIUDAD DEL VATICANO
La iglesia Católica chilena se está preparando para las revelaciones de una carta del Papa Francisco a los obispos, tras el escándalo provocado por su enérgica defensa de un obispo acusado de presenciar y pasar por alto los abusos sexuales cometidos por el cura depredador más conocido de Chile.
El vocero de la Conferencia Episcopal de Chile, Jaime Coiro, dijo hoy que se difundirá la carta en las próximas horas en Chile y el Vaticano. En un tuit, Coiro indicó que el Papa escribió la misiva después de recibir un informe del arzobispo Charles Scicluna.
Francisco envió a Scicluna a investigar las denuncias de que el obispo Juan Barros había encubierto al reverendo Fernando Karadima. Este predicador carismático fue expulsado del sacerdocio por abuso sexual de menores y sentenciado en 2011 a una vida de penitencia y oración. Karadima había sido un favorito de la jerarquía católica y sus víctimas han acusado a varios jerarcas de encubrirlo para proteger la reputación de la Iglesia.
Scicluna y su colega, el reverendo Jordi Bertomeu, entrevistaron a víctimas de Karadima en Chile y Nueva York, las que habían denunciado el silencio de Barros y reaccionaron con estupor cuando el papa lo defendió.
Muchos obispos chilenos y la propia junta asesora del papa sobre abusos sexuales habían puesto en duda la aptitud de Barros para encabezar una diócesis, dadas las acusaciones de las víctimas de que éste estuvo presente y no hizo nada cuando Karadima las manoseaba.
A pesar de esto, Francisco designó a Barros obispo de la diócesis sureña de Osorno en 2015, al sostener que la Iglesia había investigado las denuncias y las consideraba infundadas. Francisco calificó las denuncias de “calumnias” y en dos ocasiones rechazó la renuncia de Barros.
Pero luego de un escándalo durante su viaje a Chile en enero e insinuaciones de que no conocía toda la información, Francisco envió a Scicluna a investigar el escándalo a fondo. Scicluna, un héroe para las víctimas de abusos sexuales y una espina en el flanco de los jerarcas que se oponen a su intransigencia frente a los pedófilos, informó a Francisco sobre sus entrevistas el mes pasado.
La visita de Scicluna, prolongada por la necesidad de someterse a una operación de emergencia de la vesícula biliar, despertó grandes expectativas en Chile. El tiempo adicional permitió a Scicluna y Bertomeu, un funcionario de la oficina vaticana que recibe denuncias de abusos, recibir testimonios de víctimas de otros depredadores sexuales. Quedaba implícito que el problema que ha echado por tierra la credibilidad de la Iglesia en Chile no se limitaba a Barros o Karadima.
Las víctimas dicen que el escándalo de Barros es apenas emblemático de una cultura en la Iglesia chilena que encubre a los abusadores, les aplica sanciones mínimas o los traslada en lugar de aplicar la política estadounidense de expulsar al abusador después de la primera falta.
Hay cinco diócesis a la espera de obispos nuevos en Chile, incluida la de Santiago, donde el arzobispo, cardenal Riccardo Ezzati, debe retirarse al cumplir los 76 años.
Esto allana el camino para un cambio de rumbo en el país si Francisco opta por ello.