Por Almudena de Cabo
Berlín,
Agencia dpa

Tras numerosas tensiones y vicisitudes, Alemania puso fin a su mayor crisis de Gobierno con la reelección de la líder conservadora, Angela Merkel, como canciller por cuarta vez consecutiva casi seis meses después de las elecciones.

Una gran parte de los presentes en el Parlamento alemán contuvo seguramente hoy el aliento durante un instante hasta que el presidente de la Cámara legislativa, Wolfgang Schäuble, anunció el resultado de 364 votos a favor de la mandataria, de los 688 votos válidos de los diputados presentes en el Bundestag. Asimismo, hubo 315 votos en contra, nueve abstenciones y cuatro votos no válidos.

El resultado supone que 35 miembros de los partidos del nuevo Gobierno votaron en contra, se abstuvieron o no estuvieron presentes, mientras el apoyo a Merkel superó sólo en nueve votos la mayoría absoluta necesaria que necesitaba para la investidura.

«Le deseo todo lo mejor en su duro camino», declaró el conservador Schäuble tras el juramento de Merkel como canciller, consciente de los tiempos difíciles a los que se enfrenta la líder, que extenderá ahora a 16 años la dirección del Gobierno que asumió en 2005, igualando a quien fuera su mentor dentro de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Helmut Kohl.

El nuevo Ejecutivo formado por la CDU con su socio hermanado bávaro, la Unión Cristianosocial (CSU), y el Partido Socialdemócrata (SPD) enfrenta numerosos retos: en el exterior, tendrá que lidiar con mandatarios como el presidente estadounidense, Donald Trump, mientras en el interior se verá las caras con el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), líder de la oposición tras irrumpir en el Parlamento como tercera fuerza política.

El presidente federal de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, aplaudió que se haya puesto fin «al tiempo de inseguridad e incertidumbre» y pidió al nuevo Ejecutivo recuperar la confianza perdida de los ciudadanos. Para ello «no es suficiente un refrito de lo antiguo», declaró justo antes de nombrar oficialmente a los 15 ministros que acompañarán a Merkel en su cuarto mandato.

«Este Gobierno debe probar su eficacia de manera nueva y diferente», afirmó Steinmeier, quien recordó la importancia de establecer un «diálogo abierto» con los ciudadanos.

El Gobierno de Merkel deberá afrontar otros grandes desafíos como el que supone la presión migratoria en el país, que fue uno de los principales puntos de fricción entre los partidos durante las negociaciones de gobierno, debido a diferencias en cuestiones como la reagrupación familiar o poner un límite migratorio.

Finalmente los negociadores fijaron un tope a la entrada de peticionarios de asilo en entre 180 mil y 220 mil al año, para evitar una situación similar a la vivida en 2015, cuando Alemania recibió casi 900 mil refugiados.

Otro de los puntos centrales del nuevo Gabinete será impulsar junto con Francia una profunda reforma de la Unión Europea.

La sesión de investidura de Merkel fue seguida desde la tribuna como es habitual por su madre, Herlind Kasner, y por primera vez por su marido, Joachim Sauer, a quien se le vio muy ocupado escribiendo con su portátil o con su móvil durante los descansos.

Con el Parlamento más fragmentado de la historia de Alemania desde que en 1953 se introdujera la cláusula del cinco por ciento de votos exigidos para contar con representación parlamentaria y el mayor de la historia del país con 709 escaños, Merkel tuvo que afanarse desde las elecciones del 24 de septiembre para lograr formar un Gobierno de coalición.

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