POR AGENCIAS/DPA
Rangún

El Papa Francisco hizo hoy en Naipyidó, la capital de Myanmar, un llamamiento al «compromiso con la justicia y el respeto a los derechos humanos», pero sin salir públicamente en defensa de la minoría musulmana perseguida de los rohingya.

El pueblo de Myanmar «ha sufrido enormemente y sigue sufriendo por un conflicto civil y hostilidades que han durado demasiado tiempo y han creado una profunda división», afirmó el pontífice al instar al país del sureste asiático a cooperar con la comunidad internacional.

Francisco pidió «respeto a cada grupo étnico y su identidad», pero no mencionó por su nombre a los rohingya, lo que le granjeó críticas por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos.

«La negación de la identidad étnica (de los rohingya) tiene un efecto deshumanizador, y la comunidad internacional no debería colaborar con ello», afirmó Matthew Smith, director ejecutivo de la organización defensora de los derechos humanos Fortify Rights. «Este pueblo ha sufrido masacres en las últimas semanas», recalcó.

El Papa formuló sus declaraciones junto a la líder birmana y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, que ha sido duramente criticada en todo el mundo por su pasividad ante las operaciones que el Ejército lanzó en agosto contra los rohingya.

La represión militar forzó a más de 620 mil miembros de esta minoría a huir al vecino Bangladesh, en lo que Naciones Unidas ha calificado como una «limpieza étnica de manual».

«De hecho, el arduo proceso de construcción de la paz y de la reconciliación nacional solo puede avanzar mediante el compromiso con la justicia y el respeto a los derechos humanos», subrayó el jefe de la Iglesia católica. Myanmar, agregó el Papa, tiene la «obligación de defender estos principios básicos».

«El futuro de Myanmar», abundó el pontífice, «debe ser la paz, una paz basada en el respeto a la dignidad y los derechos de cada miembro de la sociedad y su identidad, en el respeto al Estado de derecho y a un orden democrático que les permita a cada individuo y a cada grupo, sin excluir a nadie, aportar su contribución legítima al bienestar común».

En su discurso, Suu Kyi aseguró que está comprometida a «proteger los derechos, fomentar la tolerancia y garantizar la seguridad de todos». La premio Nobel, de 72 años, reconoció que «la situación en Rajine (el estado donde el Ejército lanzó su operación contra los rohingya) ha llamado más la atención del mundo».

«Nos incumbe continuar la tarea de construir una nación basada en leyes e instituciones que garantice a todos y a cada uno en nuestro país justicia, libertad y seguridad», señaló Suu Kyi.

Entre tanto, los monjes budistas de línea dura de Myanmar expresaron su rechazo a la visita del papa y criticaron al Gobierno de Suu Kyi por haber invitado al jefe de la Iglesia católica.

El pontífice aprovechó su segundo día de visita para dialogar con líderes budistas, hindúes, musulmanes, cristianos y judíos en la residencia del cardenal Charles Bo, informó un portavoz del Vaticano.

Francisco habló de la unidad en la diversidad y subrayó que todos eran hermanos que no deben temer por sus diferencias. Si hay enfrentamientos entre ellos, deben reconciliarse rápidamente como hermanos, les dijo el Papa.

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