Por JOHN FLESHER
AP

Las turbias aguas de las inundaciones provocadas por “Harvey” suponen importantes peligros para la seguridad de las personas y el medio ambiente, incluso después de que hayan remitido lo suficiente para que los residentes en el suroeste de Texas no teman por sus vidas, según expertos.

Houston ya tenía un historial de desbordamientos del alcantarillado tras el paso de tormentas. Ahora, el sistema compuesto por 40 plantas de tratamiento de aguas residuales repartidas por toda la metrópolis, enfrenta un desafío sin precedentes.

Según funcionarios estatales, se reportaron varias docenas de vertidos de aguas fecales en zonas afectadas por el huracán, incluyendo Corpus Christi. Los sistemas de fosas sépticas privadas en zonas rurales podrían fallar también.

En esas aguas estancadas se mezclan fugas de combustible, restos procedentes de vertederos, pesticidas para pastos y contaminantes de las muchas refinerías de petróleo y plantas químicas de la región.

La Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos anunció ayer que de los 2.300 sistemas de agua corriente contactados por reguladores federales y estatales, 1.514 estaban completamente operativos. Más de 160 emitieron avisos a la población para hervir el agua antes de beberla, y otros 50 fueron clausurados.

El departamento de Obras Públicas de Houston, la cuarta mayor ciudad del país, dijo que era seguro beber su agua corriente. El sistema no ha sufrido el tipo de caída de presión que facilita que las sustancias contaminantes entren al sistema, que suele ser la razón por la que se ordena hervir el agua, señaló el portavoz, Gary Norman.

La principal preocupación de funcionarios medioambientales federales y estatales era la disponibilidad de agua potable saludable y “asegurar que los sistemas de gestión de residuos están siendo controlados, que se prueba su seguridad y se gestionan adecuadamente”, según un comunicado emitido el jueves.

Alrededor del 85% del agua potable de Houston procede de fuentes superficiales como ríos y reservas, señaló Robin Autenrieth, directora del departamento de ingeniería civil de la Texas A&M University. El resto sale de los 107 pozos subterráneos de la ciudad.

“Estaría preocupada por lo que hay en el agua que va a beber la gente”, dijo.

La ciudad cumplió los estándares federales y estatales de agua potable y todos los requisitos de control y reporte, señaló Andrew Keese, vocero de la Comisión de Calidad Ambiental de Texas.

Hacer que esto siga siendo así requerirá intensificar los tratamientos químicos por las inundaciones, explicó Norman.

En emergencias como esta es prudente bombear más cloro y otros desinfectantes a los sistemas de agua potable para evitar brotes de enfermedades como cólera y disentería, dijo David Andrews, científico de la ONG Environmental Working Group. Pero hacerlo supone sus propios riesgos, agregó.

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