Londres
DPA

Los padres del bebé británico Charlie Gard han decidido abandonar la batalla jurídica por el permiso para un tratamiento experimental en Estados Unidos que pueda alargar la vida de su hijo.

Así lo anunció hoy el abogado de la familia, Grant Armstrong, citado por medios británicos. Según declaró ante el Tribunal Supremo de Reino Unido, se han confirmado los peores temores de los padres respecto a la salud de su pequeño: «Ahora ya es demasiado tarde para tratar a Charlie».

«Les damos las gracias a todos por su decidido apoyo», escribieron Chris Gard y Connie Yates en Twitter.

Charlie sufre una rara enfermedad genética llamada síndrome de depleción de ADN mitocondrial, que afecta especialmente al cerebro. El bebé, de 11 meses, necesita respiración y alimentación asistida para vivir.

Los médicos del pequeño, en el hospital londinense Great Ormond Street, se mostraron a favor de desconectar al bebé para que no sufriera, pues consideran su enfermedad irreversible. Sin embargo, los padres querían probar una terapia experimental en Estados Unidos.

Para financiarla habían reunido alrededor de 1.5 millones de euros en donaciones, pero la Justicia había dado hasta ahora la razón al hospital. La pareja agotó todas las instancias, incluido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

El pequeño iba a haber sido desconectado a finales de junio, pero se concedió un aplazamiento a los padres para que pudieran despedirse de él. A comienzos de julio, el hospital de Londres anunció que el caso volvería a los tribunales para que se analizaran nuevas evidencias.

El caso dio la vuelta al mundo e incluso personalidades como el Papa Francisco o el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dieron su apoyo a la familia. Hospitales en Estados Unidos e Italia ofrecieron acoger al pequeño Charlie.

«A estos padres les esperan unos días oscuros», dijo el abogado Armstrong. Por eso, «desean atesorar el tiempo que les queda con Charlie, por muy breve que sea».

Recientemente, el hospital Great Ormond Street se había quejado de presiones e incluso amenazas de asesinato contra médicos y enfermeras por parte de quienes apoyaban a la familia.

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