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Quizá lo sorpresivo es el antes y el después: hace algunas semanas Rafael Correa sonreía en las fotografías como un exmandatario orgulloso que entregaba la presidencia de Ecuador a su relevo, su amigo y ex vicepresidente Lenín Moreno; pero ahora lo ataca en las redes sociales alegando que sus decisiones son una estrategia “mediocre” y “desleal” para distanciarse de su gestión.

Ecuador vivió una década bajo el poder de Correa, quien de manera recurrente confrontaba a quienes discernían con él, pero Moreno se ha mostrado conciliador. Y aunque Correa está a punto de dejar el país para mudarse a Bélgica como tenía planeado, la diferencia en el carácter de ambos ha tensado su relación en Twitter a pesar de los años de trabajo en conjunto y de pertenecer a un frente político en común.

“Para el odio no cuenten conmigo”, tuiteó el nuevo presidente cuando su predecesor criticó su intención de buscar un acercamiento entre el gobierno y la principal organización indígena del país. La situación tomó por sorpresa a los ecuatorianos debido a que Moreno, que asumió el poder el 24 de mayo, fue el candidato de Correa para sucederlo en el poder y recibió su apoyo incondicional durante la campaña presidencial de inicios de este año.

Correa y Moreno han tratado de matizar sus diferencias en algunas ocasiones -por ejemplo, recientemente se reunieron con otros líderes de su partido y la expresidenta de la Asamblea para asegurar que juntos fortalecerían su proyecto político- pero desde el intercambio de tuits algunos medios locales e internacionales han especulado sobre eventuales fracturas en el partido gobernante, Alianza País, que ha gobernado Ecuador por más de una década y aún le quedan casi cuatro años en la presidencia.

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