POR DENIS DÜTTMANN/DPA
Ciudad de México

Desde las plantaciones de coca en las laderas andinas de Colombia hasta los clubes nocturnos europeos hay un largo camino. En los miles de kilómetros que recorre la cocaína se acumulan los cadáveres de las víctimas de la violencia generada por el narcotráfico.

«Cuando alguien consume cocaína, su dinero acaba aquí y financia minas terrestres, destrucción del medio ambiente, terrorismo, secuestros y el desplazamiento forzado de personas», dice el exvicepresidente colombiano Francisco Santos (2002-2010).

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), 247 millones de personas en todo el mundo consumen drogas al menos una vez al año.

Esto equivale aproximadamente a la población de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido juntas. En el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas que se conmemora cada 26 de junio, se estima que el narcotráfico genera al año 400 mil millones de dólares.

La cocaína procedente de los países productores sudamericanos es introducida de manera ilegal en Estados Unidos a través de Centroamérica y de México, y en Europa a través de Venezuela y África Occidental. La heroína llega desde Afganistán a través de Rusia o de Turquía y de los Balcanes.

El precio de estos productos ilegales aumenta con cada kilómetro. Un gramo de cocaína se vende por dos dólares en la región de los Andes donde se cultiva, pero el precio por esa misma cantidad aumenta hasta los 80 dólares en Estados Unidos.

LO QUE ENGENDRA

Este enorme margen de beneficio despierta la codicia. En México, el dinero sucio de la droga alimenta una guerra entre el sindicato del crimen y las fuerzas de seguridad estatales que hasta ahora se ha cobrado la vida de más de 100 mil personas. El negocio del opio financia en Afganistán a los talibanes y en Colombia, los exparamilitares de extrema derecha han tomado las riendas del negocio de la cocaína.

La Policía y el Ejército luchan en México encarnizadamente contra los cárteles de la droga y desde 2012 ya han «neutralizado», es decir apresado o matado, a 107 de los 122 criminales más buscados en el país.

Además, a principios de año, México extraditó a Estados Unidos al jefe del poderoso cártel de Sinaloa, Joaquín «El Chapo» Guzmán. Sin embargo, la situación de violencia, lejos de mejorar, se ha agravado.

«La llamada decapitación genera disputas sucesorias, vacíos de poder, fragmentación de bandas y mucha más violencia», dice el experto en seguridad Alejandro Hope.

El mundo del crimen mexicano se encuentra en pleno reajuste, puesto que actualmente dos fracciones están luchando por la herencia de «El Chapo». El cártel de Jalisco Nueva Generación está aprovechando la evidente debilidad de sus poderosos competidores y está extendiendo su influencia, mientras que en las zonas de cultivo de opio del suroeste del país están marcando su territorio otras bandas más pequeñas. Dado el auge de la heroína en Estados Unidos, estos grupos quieren también su parte del pastel.

«Los cárteles tal y como los conocemos están en crisis», dice la periodista y experta en drogas Anabel Hernández. «Pero el crimen organizado siempre ha tenido la capacidad de reinventarse». Se está produciendo una tendencia hacia la descentralización, ya que los nuevos jefes prefieren evitar hacerse públicos.

LA REGIÓN

En Centroamérica cada vez hay más bandas juveniles poderosas que se introducen en el negocio de la droga, según la UNODC. Estas pandillas o maras cada vez roban más los envíos de droga de bandas enemigas en sus zonas de influencia, lo que alimenta la violencia entre ellas. Por esta razón, El Salvador ya se ha convertido en uno de los países más peligrosos del mundo con 82 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

Hasta ahora, la política antidrogas militarizada y represiva no ha tenido éxito. Ya han sido asesinadas decenas de miles de personas en «la guerra contra las drogas» y las cárceles estadounidenses están repletas de presos condenados solo por posesión de estupefacientes. Sin embargo, los cárteles se siguen embolsando millones de dólares.

«La corrupción masiva, la violencia y las violaciones de los derechos humanos son las consecuencias del tan generalizado enfoque militarizado», explican los analistas del instituto de investigación Crisis Group.

Los expertos aconsejan desde hace años fijar el objetivo en las estructuras financieras y logísticas del sindicato del crimen en lugar de solo tratar de atrapar a los líderes. Sin embargo, esto no es tan fácil. Por ejemplo, hasta ahora no hay ni rastro del patrimonio multimillonario de «El Chapo».

LO QUE GENERA EL NARCOTRÁFICO
400 mil
millones de dólares anuales

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