Por CATHERINE LUCEY y JONATHAN LEMIRE

WASHINGTON
AGENCIA/AP

El presidente estadounidense anunció desde los jardines de la Casa Blanca, que Estados Unidos se saldría del acuerdo climático de París.
El anuncio esperado, se postergó hasta que el presidente volviese de su primer viaje al exterior como mandatario. Funcionarios de la Casa Blanca aumentaron el suspenso al insinuar el día previo que Trump se inclinaba por salirse del acuerdo, pero que todavía podía cambiar de parecer. El propio Trump escribió un tuit ambiguo la noche anterior.
La decisión llegó después de meses de discusiones sobre el tema y al final de cuentas no hubo sorpresas. Trump dijo lo que se esperaba que dijese.
“No puedo, en buena conciencia, apoyar un acuerdo que castiga a Estados Unidos”, declaró en una conferencia televisada. “Nos salimos. Vamos a empezar a negociar y a ver si podemos conseguir algo mejor. Si podemos, me alegro mucho. Si no, no hay problema”.
La salida del acuerdo fue típica del estilo de Trump para tomar decisiones.
_16 BEn la Casa Blanca de Trump, tomar una decisión es con frecuencia un espectáculo, lleno de debates internos y de pronunciamientos en público, supervisado por un exprotagonista de un reality show que trata de causar el mayor impacto, pero proclive a los cuestionamientos y las dudas.
Casi siempre Trump pone en marcha un proceso de toma de decisiones largo y a la vista del público. Le gusta consultar a otros, gente de su equipo, amigos o empresarios que respeta, e incluso invitados a su resort de Mar-a-Lago. Es sabido que se deja influenciar por lo que ve en televisión. Y con frecuencia se deja llevar por cualquier opinión reciente que escuchó, algo que tienen muy presente tanto aliados como adversarios.
Su equipo estaba dividido en torno a la salida o no del acuerdo de París. El secretario de estado Rex Tillerson y su hija Ivanka Trump, que tiene mucha influencia en él, estaban entre los que aconsejaban quedarse, tal vez con alguna modificación. Su principal estratega Steve Bannon promovía la salida como una forma de cumplir la promesa de anteponer los intereses de Estados Unidos por sobre todas las cosas.
El día previo al anuncio, Trump jugueteó con los periodistas en la Casa Blanca. Cuando le preguntaron por el acuerdo, respondió que “pronto van a ver lo que se decidió”.
Sam Nunberg, quien colaboró en la campaña presidencial, dijo que a Trump le gusta escuchar muchas opiniones antes de tomar una decisión, pero que el proceso es organizado.
“Es muy inclusivo. Quiere escuchar distintos puntos de vista”, expresó Nunberg. “No es como Barack Obama, que leería un tratado de 200 páginas. Consulta a los expertos”.
Esta no es la primera vez que Trump apela a un complicado proceso para tomar una decisión.
Igualmente dramático fue el anuncio de que renegociaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Durante la campaña había dicho que se saldría de él, pero a último momento cambió de parecer y decidió renegociarlo.
Trump disfrutó igualmente manteniendo el suspenso en torno a su selección para llenar una vacante en la Corte Suprema, hasta que anunció en un horario central que nominaría a Neil Gorsuch. “¿Los sorprendí?”, preguntó al hacer el anuncio.
La selección de un compañero de fórmula fue también un proceso que se demoró semanas para mantener el interés y el drama.
Tradicionalmente, la selección de un vicepresidente es algo que transcurre a puertas cerradas. Pero Trump habló de los candidatos en entrevistas y los hizo hacer presentaciones en actos de campaña que parecían exámenes. Cuando seleccionó a Mike Pence, lo asaltaron las dudas y habló con un colaborador sobre la posibilidad de dar marcha atrás, pero lo convencieron de no hacerlo.
Durante el período de transición hubo un desfile de potenciales miembros de su gabinete por la Trump Tower de Nueva York. También los recibió en su club de golf de Bedminster, Nueva Jersey, posando con ellos para fotos.
El visitante más llamativo de ese fin de semana fue el excandidato presidencial republicano Mitt Romney, posible secretario de Estado. Trump se reunió varias veces con él, a pesar de que había hablado muy mal de Romney en el pasado. Tras una cena juntos en Nueva York, Romney elogió el “mensaje de inclusión y la forma en que (Trump) conecta a la gente”.
Los coqueteos con Romney generaron un duro cuestionamiento de la antigua directora de campaña de Trump, Kellyanne Conway, quien era parte del equipo de transición. Conway declaró por televisión que muchos partidarios de Trump se sentían “traicionados” por Romney y que no era una buena opción para el cargo.
Romney no fue nombrado.
La actitud de Conway, que fue cuestionada en su momento, resultó un anticipo de lo que se vería más tarde en la Casa Blanca, donde los asistentes del mandatario transmiten su malestar mucho más que en gobiernos anteriores, a menudo por televisión y con la esperanza de que Trump los vea. Es una técnica que está siendo copiada por legisladores republicanos, que hacen apariciones por televisión apostando a que Trump los verá.

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