WASHINGTON
AP

El primer presupuesto presentado por Donald Trump ya fue rechazado por algunos republicanos y dejó flotando nuevamente en el ambiente la sensación de que el gobierno no tiene idea de las prioridades del Congreso o simplemente no las toma en cuenta.

Desde que asumió la presidencia, Trump ha tratado de cortejar a los legisladores, invitándolos a la Casa Blanca o llevándolos en el avión presidencial Air Force One. Pero al mismo tiempo malinterpretó o ignoró los deseos de los legisladores de ambos partidos.

Los desencuentros comenzaron temprano, cuando Trump tomó por sorpresa a sus propios correligionarios al emitir un decreto restringiendo o suspendiendo temporalmente la llegada de inmigrantes y refugiados, iniciativa que sería bloqueada por los tribunales. Los legisladores tuvieron que afanarse para informarse de lo que estaba sucediendo y poder dar explicaciones a sus votantes. Hace dos semanas, Trump despidió el director del FBI James Comey sin consultar con los líderes de su partido, algunos de los cuales se las vieron en figurillas para explicar, y más todavía para defender, esa polémica decisión.

Ahora, con los índices de aprobación de Trump en torno al 40% y un fiscal especial investigando los lazos de su campaña electoral con Rusia, los republicanos temen que todos estos tropiezos del mandatario puedan costarles la mayoría en la Cámara de Representantes. Como consecuencia de esto, muchos legisladores están empezando a tomar cierta distancia del mandatario muy temprano en su presidencia.

“Trump no depende del Congreso y el Congreso no depende de Trump”, expresó Alex Conant, estratega republicano y exasesor del senador Marco Rubio. “Los legisladores republicanos y Trump tuvieron campañas muy distintas el año pasado y atribuyen sus victorias electorales a coaliciones muy diferentes, y al final de cuentas, si bien todos son republicanos, lo único que los une es su agenda”.

Y hasta ahora esa agenda -incluidas las promesas de anular la ley de salud de Barack Obama y reformar el código impositivo- no se ha cumplido y ambos sectores luchan por zanjar diferencias.

Algunos republicanos dicen que no fueron consultados antes de que la presidencia presentase su presupuesto con enormes recortes a programas sociales.

“Uno esperaría que consultarían con los que más saben de todo esto”, comentó el representante Mike Conaway, presidente de la comisión de agricultura de la Cámara Baja. Agregó que su equipo no fue consultado respecto a los fuertes recortes a los seguros de los agricultores, que él no puede apoyar.

Los aliados de la Casa Blanca rechazan esas quejas, pero por momentos el propio Trump da la impresión de que no sabe bien qué prefieren los legisladores de ninguno de los dos partidos.

Trump nombró a varios legisladores y exlegisladores, incluido el vicepresidente Mike Pence, pero casi ninguno con experiencia en la elaboración de leyes importantes.

Lo mismo se puede decir del secretario general de la Casa Blanca Rince Priebus, ex presidente del Comité Nacional Republicano.

Los legisladores republicanos temen que la ausencia de logros pueda costarles caro en las elecciones de mitad de término del año que viene. No se olvidan de que antes de asumir, Trump debilitó la candidatura de un republicano en el Senado.

En contra de los deseos del jefe de la mayoría senatorial Mitch McConnell, Trump designó a Ryan Zinke secretario del interior, impidiendo que se postulase para una de las bancas demócratas más vulnerables, la de Jon Tester, en Montana.

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