Nevada

Guatemala necesita una reestructuración de su Estado, que es la principal forma en que se organiza una sociedad, en donde un liderazgo renovado tome la política como una ciencia, en donde haya toma de decisiones coherentes que lleven a la consecución de objetivos y metas de una sociedad.

Dentro de ello obviamente involucro a un cambio de 180 grados de los tres poderes del Estado con el objetivo único del desarrollo de un pueblo en su conjunto, con una participación activa de la sociedad civil y el acompañamiento vital del cuarto poder del Estado: la prensa, libre e independiente en su expresión.

A la diáspora guatemalteca la denomino como el quinto poder de este nuevo Estado, por su importancia económica al contribuir al sostenimiento y equilibrio de la economía en donde su papel debe ser activo en el diseño de nuevas estrategias de desarrollo nacional, en parte a través de las remesas familiares y su impacto en el equilibrio de la balanza de pagos del país; por su importancia política a través del empoderamiento real en puestos de toma de decisiones que debe iniciar con un voto en el extranjero íntegro, tal como lo manda la Constitución de la república, no solamente para elegir a presidente y vicepresidente, así como a diputados distritales; al mismo tiempo tener la posibilidad de ser electos en un nuevo distrito electoral, el distrito 23; importancia social porque el migrante interactúa dentro de la sociedad a la que le unen sus raíces y en donde su influencia al cambio y desarrollo son bien escuchadas y aceptadas.

Importancia diplomática: el migrante constituye el cuerpo diplomático de lujo que posee un país, ya que muchos han adquirido la ciudadanía del país a donde han migrado y con ello influir entre congresistas y senadores con el poder del voto, pudiendo atraer programas de desarrollo a los países de origen.

En síntesis, bajo mi perspectiva como migrante, el cambio para Guatemala también debe ser tejido por su diáspora, vigilante y demandante de un país con cero o al menos bajos índices de corrupción e impunidad, que son flagelos de un hermoso país, que sus gobernantes de décadas tienen de rodillas y sumidos en extrema pobreza a una población desigual, en donde unos pocos tienen demasiado y muchísimos se debaten entre la pobreza y la pobreza extrema.

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