Yuba
DPA

En las zonas de Sudán del Sur afectadas por la hambruna, donde los enfrentamientos dejaron pueblos arrasados por las llamas, numerosas familias han huido del conflicto y los niños están traumatizados, según informó Anglea Griep, directora del programa de Unicef en la zona.

«Aún se veían cuadrados en el suelo donde antes había cabañas de barro, pero ya no queda ninguna, todo está completamente carbonizado», dijo tras una visita a Thonyor, en una zona de difícil acceso en la región de Unity.

En la zona hay 100 mil personas amenazadas por el hambre y cerca de un millón está al borde de la hambruna, según la ONU.

La mayoría de las veces los cooperantes solo pueden acceder a estas áreas en helicóptero, debido a la precaria situación de seguridad.

«Muchos niños aquí están traumatizados, han visto cosas que nadie debería vivir», informó Griep. «Cuando cuentan sus historias y piden ayuda entre lágrimas se te rompe el corazón porque te preguntas si podrán superar lo que han vivido».

En todo el país dependen de la ayuda alimentaria alrededor de 5 millones de personas, casi la mitad de la población. A mediados de febrero se declaró en algunas partes de Unity la hambruna, la primera del mundo desde hace cinco años. Los voluntarios calculan que las circunstancias seguirán empeorando hasta mitad de año, dado que la siguiente cosecha tendrá lugar en octubre.

«Estas personas necesitan ayuda urgente», dijo Griep. Alrededor de 20 mil niños sufren una desnutrición grave, un estado que amenaza sus vidas.

En Sudán del Sur, un país rico en petróleo, se desató a finales de 2013 una guerra civil, solo dos años después de haber alcanzado la independencia de Sudán. El conflicto derivó de una lucha por el poder entre el presidente, Salva Kiir, y su vicepresidente, Riek Machar. Sin embargo, el conflicto tiene un trasfondo étnico, dado que los dos oponentes representan a diferentes etnias.

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