Washington
DPA
John Kerry dejará de ser secretario de Estado norteamericano dentro de 23 días. Pero antes de eso, volvió a ocupar las portadas con su discurso de algo más de una hora sobre el conflicto entre israelíes y palestinos. Lanzó advertencias y pronunció palabras drásticas que seguramente no serán atendidas.
Los grandes canales de televisión retransmitieron el discurso en directo y por un momento no fue Donald Trump quien protagonizó la política estadounidense, aunque en estos días todo gire en torno al presidente electo.
Para Kerry se trata también de su legado. El político demócrata pasó viajando casi 600 días de sus cuatro años como jefe de la diplomacia estadounidense. Recorrió dos millones de kilómetros y estuvo en 91 países. Una parte considerable de ese tiempo la dedicó a Cercano Oriente, la guerra en Siria y el acuerdo nuclear con Irán.
Pero a pesar de sus esfuerzos como mediador, las negociaciones entre israelíes y palestinos fracasaron en 2014 y la solución de dos Estados parece haberse alejado. En cuanto a Siria, las conversaciones de Estados Unidos con Rusia para lograr un alto el fuego concluyeron en octubre. El presidente sirio, Bashar Assad, sigue avanzando con ayuda de Moscú y hace pocos días consiguió recuperar el control de Alepo por completo.
El acuerdo nuclear con Irán sí llegó a buen puerto, pero su continuidad queda en el aire con la llegada a Casa Blanca de Trump.
A Kerry se le acaba el tiempo como secretario de Estado. Quizás ya no tiene nada que perder o tal vez sea que su frustración es grande. Si bien normalmente reviste sus críticas de diplomacia, en esta ocasión dejó a un lado las reservas cuando comenzó a hablar.
«El primer ministro israelí apoya la solución de dos Estados pero su actual coalición es el Gobierno más de derechas en la historia del país y su agenda está impulsada por los elementos más extremistas», lanzó Kerry a Benjamin Netanyahu.
Según Kerry, con su política de asentamientos Israel avanza hacia una solución de un solo Estado. Si eso ocurre, «Israel sólo podrá ser o judío o democrático. No puede ser ambas cosas y nunca encontrará la paz», agregó.
Israel quiere ser considerado como un Estado judío, pero los palestinos se niegan a reconocerlo como tal, pues creen que de hacerlo renunciarían automáticamente al derecho de los refugiados palestinos a retornar y restarían derechos a la minoría árabe de Israel.
Estados Unidos se abstuvo el viernes en una votación del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que permitió que se aprobase una resolución que condena la política de asentamientos israelí. El Gobierno de Israel reaccionó con indignación y Netanyahu acusó a Obama de traición. Antes de la votación, el primer ministro israelí ya advirtió a Kerry de que los amigos no deberían ofenderse en el Consejo de Seguridad.
Kerry contraatacó en su discurso, alegando que también los amigos tienen que poder decirse las verdades incómodas. «Por desgracia algunos parecen creer que la amistad de Estados Unidos significa que tenemos que aceptar cualquier política, independientemente de nuestros propios intereses, posturas, palabras y valores», afirmó.
El secretario de Estado advirtió enérgicamente en contra de abandonar la solución de dos Estados: «No podemos permitir que esa solución se destruya ante nuestros ojos».
Pero no está muy claro qué era lo que Kerry quería lograr con su discurso. No dijo muchas cosas nuevas y sobre todo reiteró las posturas anteriores de Estados Unidos, apunta Robert Danin desde el Council on Foreign Relations, un «think tank» con sede en Washington. Faltaron nuevos planteamientos para encontrar una solución al conflicto, señala. «En lugar de eso, Kerry planteó una serie de principios para las bases de un acuerdo de paz».
Kerry resumió planteamientos conocidos desde hace tiempo: un acuerdo en base a las fronteras de 1967 con un intercambio de territorio, Jerusalén como capital de ambos Estados y la exigencia del fin de la ocupación y de garantías para la seguridad de Israel.
Pero el político estadounidense tuvo que reconocer que sobre el terreno los hechos hablan otro lenguaje. «Por un lado, la premisa del discurso era que la solución de dos Estados es casi irrealizable, lo que en gran parte de debe a la continuación de la política de asentamientos israelí», escribe Danin. Por otro lado, su intención era que en el futuro alguien por parte de Estados Unidos pueda construir en base a los principios expuestos, agrega.