Ciudad de México
DPA
La explosiva noticia que dio el presidente de México, Enrique Peña Nieto, el 8 de enero cambió la suerte del narcotraficante más buscado del mundo. «Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido».
Desde ese día «El Chapo», el poderoso y temible líder del cártel de Sinaloa, está aislado en una celda, enfermo y desesperado, según su abogado José Refugio Rodríguez, mientras combate en los tribunales la decisión de entregarlo a Estados Unidos.
Las autoridades mexicanas calculan que en enero o febrero será extraditado, una vez que quede en firme la resolución a favor emitida en mayo por el Gobierno de Peña Nieto. La defensa afirma, sin embargo, que llegarán hasta la Suprema Corte e instancias internacionales para evitarlo.
Después de dos fugas de la cárcel en 2001 y 2015, la última vez por un túnel de película que llegaba hasta el baño de su celda, la vigilancia sobre el preso Nr.3912 es extrema en la prisión de máxima seguridad de Ciudad Juárez.
«El Chapo» llegó a decir que se estaba volviendo loco, que tenía problemas de salud y que no creía llegar vivo a diciembre, en palabras de su defensor, por las condiciones de aislamiento.
«Si alguien se ha fugado en dos ocasiones de un penal de alta seguridad, pues lo menos que podemos hacer es vigilarlo especialmente», refutó el comisionado nacional de seguridad, Renato Sales. «No está en un hotel de cinco estrellas».
Sin contacto con los demás reclusos y sin poder hablar siquiera con los custodios, «El Chapo» por primera vez parece haber dejado de ser el amo y señor en la cárcel, donde en sus dos anteriores estancias había conseguido tener a todo el mundo a su servicio.
La esposa de «El Chapo», Emma Coronel, denunció ante la prensa y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que Guzmán vivía una situación de «tortura» e incluso viajó a Washington para pedir la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En prisión, Guzmán es filmado todo el tiempo. Y fuera de ella su imperio está en disputa. En sus dominios de la sierra de Sinaloa, su hermano Aureliano Guzmán, alias «El Guano», desplazó a sus hijos en la pugna por el liderazgo, según se afirma.
En el pueblo de su madre, La Tuna de Badiraguato, hubo asesinatos, quema de viviendas y ataques que obligaron a numerosas personas a abandonar de manera temporal sus casas, entre ellas presuntamente la madre del capo, Consuelo Loera.
Sicarios bajo las órdenes de Alfredo Beltrán Guzmán, «El Mochomito» -ya detenido-, secuestraron a dos hijos de «El Chapo» en agosto en un restaurante de Puerto Vallarta y luego los dejaron libres. Con la ausencia de Guzmán, parece haber revivido la pugna que enfrenta desde casi una década a su organización con el cártel de los Beltrán Leyva.