Ciudad de México
DPA

Cuando hay fiesta en México estallan los cohetes. Es parte de la cultura mexicana. El bullicio irrumpe a cualquier hora si es el día de la Virgen de Guadalupe o del santo del pueblo, si se celebra la Independencia o si es Año Nuevo.

El martes los cohetes volvieron a estallar. Uno tras otro, sin control, en medio de gritos de horror, llanto, humo y fuego. Salían disparados al cielo entre tronidos como si hubiera fiesta. Pero se vivía una tragedia.

Hubo al menos 31 muertos, entre ellos ocho menores de edad, 70 heridos, muchos de gravedad, y decenas de desaparecidos, además de que se encontraron extremidades humanas sueltas. La mayoría de los muertos, carbonizados, tendrán que ser identificados con pruebas de ADN.

«Yo nada más corrí cuando aquello empezó a tronar y solo corrí, corrí porque sentí que la lumbre me agarraba», contó Eréndira Silva al diario «Excélsior».

El mercado al aire libre de San Pablito del municipio de Tultepec, el sitio de venta de pirotecnia más grande de México, había reforzado las medidas de seguridad después de que un incendio lo destruyó por completo en 2006, sin víctimas porque ocurrió en la noche.

Ahora se investiga si se relajaron las medidas de seguridad, que prohíben por ejemplo la venta de piezas fuera de sus empaques y hacer demostraciones y que establecen límites de almacenamiento en los puestos.

«Todo se acabó. No quedó nada en pie y mucha gente murió de forma horrible, algunas personas se quedaron sin brazos y piernas», dijo Raúl, un vendedor de la zona.

Según el instituto de pirotecnia del Estado de México, donde se encuentra Tultepec, el mercado era el más seguro de América Latina con sus 300 puestos alineados en pasillos amplios, bien separados entre sí, con extinguidores, arena y agua, para evitar una explosión en cadena.

Militares, bomberos, perros especializados y peritos vestidos de blanco recorren ahora los escombros del mercado, en el que había unas 2.000 personas, según los testimonios, cuando empezaron las explosiones.

Entre los heridos hay niños pequeños, de menos de tres años. También ancianos. Para los pobladores de Tultepec la venta de pirotecnia es un asunto familiar.

Además de los 31 muertos confirmados, «se debe sumar unos restos que no hemos podido identificar en cuanto a sexo por el nivel de carbonización, y tres extremidades», dijo el fiscal del Estado de México, Alejandro Gómez, a Televisa. «Estamos verificando si corresponden a estos restos o corresponden tal vez a algún otro cuerpo».

Todo pasó poco antes de las tres de la tarde (21:00 GMT), en temporada alta para los vendedores de cohetes y fuegos artificiales, aunque se quejaban de que este año había pocos clientes.

La mayoría de la gente de Tultepec, una localidad de 150.000 habitantes situada 40 kilómetros al norte de Ciudad de México, se dedica al negocio de la pirotecnia. El mercado trabajaba de manera regulada con permisos expedidos por la Secretaría (ministerio) de Defensa.

La fiscalía general afirmó que hubo seis estallidos sucesivos. La causa se desconoce. De acuerdo a testimonios recogidos por las autoridades, un cohete encendido pasó de un puesto a otro, provocando una reacción en cadena.

«Nos han señalado esta versión», dijo el fiscal. Sin embargo, hasta ahora no se pudo corroborar: «Lamentablemente la persona que atendía este local (donde se dice que empezó la explosión) es una de las personas que tenemos fallecidas».

Los peritajes deberán determinar cuáles fueron las causas que convirtieron en un campo de muerte las 4,5 hectáreas del mercado de San Pablito. Esta vez no hubo música ni fiesta.

Los pitidos al aire de los cohetes fueron llanto y dolor, una escena que se repite cada tanto en México en procesiones, mercados y negocios clandestinos.

Artículo anteriorDisminuye la aplicación de la pena de muerte en EE. UU.
Artículo siguienteLa policía indonesia mata a tres sospechosos, desactiva bombas