Por BASSEM MROUE
ALEPPO, Siria
Agencia/AP

Aleppo sigue siendo sacudida por explosiones y disparos de día y de noche. Pero entre los partidarios del presidente Bashar Assad aumenta la sensación de que la victoria es inminente.

_BY muchos esperan que la reconquista de la ciudad tenga un efecto dominó en el resto del país. El actual estado de cosas, en el que los rebeldes pierden un bastión tras otro y son atacados por aire y abandonados por sus aliados, hace que ese escenario sea cada vez más plausible.

Una derrota de los rebeldes en Aleppo, la ciudad más grande de Siria y alguna vez su centro comercial, seguramente repercutiría en todo este país, donde la oposición sigue controlando áreas cada vez más pequeñas. Coronaría una contraofensiva iniciada hace un año y representaría un viro en una guerra en la que han muerto más de un cuarto de millón de personas, más de la mitad de la población ha sido desplazada y los esfuerzos internacionales por encontrar una solución política al conflicto no han prosperado.

«Cuando se resuelva lo de Aleppo, el 90% de la crisis habrá sido superada», afirmó Mohammad Hassino, comerciante de 45 años, mientras caminaba con su esposa por una estrecha callejuela de la parte antigua de la capital, Damasco.

Muchos partidarios del gobierno opinan lo mismo y destacan que hay una nueva atmósfera internacional más alineada con Assad, incluido un presidente electo estadounidense que ha insinuado que estaría dispuesto a colaborar con el presidente sirio y con su mayor sostén de afuera, Rusia, contra la organización Estado Islámico.

Si bien el presidente turco Recep Tayyip Erdogan insiste en que su principal objetivo es derrocar a Assad, sus intervenciones militares en el norte de Siria están dirigidas contra los curdos y los militantes del EI que controlan la ciudad de al-Bab, al norte de Aleppo. Ya casi nadie pide que Assad renuncie.

Las fuerzas de Assad han estado ganando terreno en todo el país, sobre todo en torno a Damasco, la base del poder de Assad. Allí, los bastiones rebeldes cayeron en manos de las fuerzas del gobierno uno tras otro, acordando treguas que les permiten regresar a la provincia norteña de Idlib, en manos rebeldes.

En Aleppo, las facciones rebeldes que controlaron la ciudad durante cuatro años finalmente cedieron la semana pasada a la presión de un ataque aéreo constante, que acabó con los hospitales que quedaban, y un asedio sofocante que hizo que disminuyesen sensiblemente los alimentos y los artículos médicos.

Las tropas sirias ya controlan tres cuartas partes de los territorios que llegaron a tener los rebeldes, quienes están arrinconados en el sur de la ciudad.

La victoria militar de las fuerzas regulares parece inevitable en Aleppo, solo cuestión de tiempo. Los combatientes y los residentes de las zonas ocupadas por los rebeldes coinciden en que estos tienen la moral por el suelo.

Los rebeldes todavía controlan algunos sectores de Siria, incluidas las provincias de Idlib en el norte y de Daraa en el sur. Pero si las fuerzas gubernamentales triunfan en Aleppo, cualquier movimiento en contra de Assad tendrá que confrontar la dura realidad de que el gobierno controla las cuatro ciudades más grandes del país y también la vital zona costera.

«Una derrota en Aleppo dejará a la oposición siria sin salida, no solo porque habrán perdido sus territorios más importantes, sino porque los sectores que controla no sirven como trampolín para revertir la situación en la guerra», escribió Aron Lund, del programa del Medio Oriente del Carnegie Endowment for International Peace.

Una de las razones para la supervivencia de Assad, además del apoyo firme de Rusia e Irán, ha sido su capacidad de mantener una cierta sensación de normalidad en las zonas bajo su control.

En una visita a Aleppo esta semana, un equipo de la Associated Press observó la devastación causada por años de bombas-barriles y ataques aéreos en el sector controlado por los rebeldes. Cuadras enteras de los barrios orientales recientemente recapturados de Hanano y Bani Zeid lucían totalmente destruidas, con miles de viviendas inhabitables. Residentes de la zona evacuados hace poco estaban traumatizados y contaban que se pasaron días agazapados en los baños y que sus hijos pasaron hambre ante la escasez de alimentos. Algunos contaron que sus hijos no van a la escuela desde hace años.

En contraste, en el sector occidental de Aleppo las escuelas, comercios y oficinas del gobierno siguen funcionando, aunque con interrupciones intermitentes. Recientemente, los negocios recibían mucha gente y los restaurantes estaban llenos en la popular calle de Aziziyeh. Cuando cayó una bomba no muy lejos, la gente se refugió adentro de los edificios, lejos de las ventanas. Una hora después, había vuelto la normalidad.

Los lugareños dicen que la captura del barrio de Bani Zeid, ubicado en una colina desde la cual se ve buena parte del sector occidental de Aleppo, fue un momento clave, pues desde allí los rebeldes podían disparar cilindros con gas, capaces de destruir varios pisos de un edificio.

«Vivimos el mejor momento en más de cuatro años», comentó Mohammed Youssef, mesero de 52 años de un restaurante del sector occidental de la ciudad.

Aleppo no tiene electricidad desde el 2012, pero en las partes controladas por el gobierno hay grandes generadores en las calles y la gente puede pagar semanalmente para tener luz.

Los partidarios de Assad ya hablan de una victoria militar de las fuerzas del gobierno.

Pero el conflicto no se ha acabado. El gobierno no controla partes del país, algunas de las cuales están en manos del EI. Y hay cientos de facciones rebeldes que seguramente seguirán librando una guerra de guerrilla.

El productor de cine y televisión sirio Basil Taha, de 33 años, dijo que si Aleppo es reconquistada, eso no quiere decir que se acabó la guerra.

«Me alegro de lo que está pasando en Aleppo», dijo Taha, quien es nativo de esta ciudad. «Pero si terminan los combates en Aleppo, comenzarán en otra parte».

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