Buenos Aires
DPA

El presidente Mauricio Macri cumplirá el sábado su primer año de gobierno, en el que consiguió importantes logros y pudo imponer sus iniciativas en un Congreso dominado por la oposición, pero en medio de una profunda crisis económica que no pudo aún revertir y que comenzó a minar el respaldo popular a su gestión.

Macri, de la coalición de centroderecha Cambiemos, comenzó a sentir el desgaste de la función pública y el argumento de la «pesada herencia» recibida de los anteriores tres gobiernos peronistas kirchneristas se confronta ahora con los resultados de la actual gestión.

La sociedad continúa fragmentada en dos, con cerca de un 45 por ciento de apoyo al Gobierno y un 40 por ciento de desaprobación, en promedio según las encuestas de diferentes consultoras, pero con expectativas que van de la esperanza al pesimismo.

Los argentinos quieren superar de una vez la recesión y una alta inflación que dejó a tres de cada diez habitantes en la pobreza, minó el consumo y derrumbó la actividad económica y productiva. La actividad agropecuaria y el sector bancario y financiero fueron de los pocos rubros que salieron a flote este año.

«Se generó una expectativa de cambio mágico y de eso hay que alejarse. Yo les avisé, no soy (el mago David) Copperfield», advirtió recientemente Macri, al justificar que su promesa de recuperación para el segundo semestre de 2016 se postergase para el año siguiente, un 2017 con elecciones legislativas de medio término que serán clave para las aspiraciones de reelección del líder del partido de centroderecha PRO.

La oposición, hasta hace días polarizada y con un peronismo dividido por el desgaste del kirchnerismo, dio esta semana una señal de unificación en el Congreso que prendió las luces de alerta en el oficialismo de cara a los próximos comicios. El kirchnerismo, el Frente Renovador y el bloque justicialista (peronista) se unieron para impulsar un proyecto de ley para modificar el impuesto a las ganancias que jaqueó a Cambiemos.

El expresidente del club de fútbol Boca Juniors y exalcalde de Buenos Aires dio un importante giro político y económico al estilo que habían impuesto Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa y sucesora Cristina Fernández (2007-2015).

En poco tiempo, Macri abrió la Argentina al mundo. Levantó en pocos días las amplias restricciones que condicionaban desde fines de 2011 el mercado de cambios, reanudó las negociaciones con los «holdouts» y le puso fin a la cesación de pagos para devolver al país sudamericano a los mercados financieros internacionales.

Se alejó del eje bolivariano, liderado por Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia, para recuperar la relación bilateral con Estados Unidos y en pocos meses se concretó la primera visita oficial de Barack Obama a la Argentina y un fuerte acercamiento a la Unión Europea. Macri no rompió sin embargo con todo lo construido por el kirchnerismo y buscó abonar las relaciones que habían quedado afianzadas con Rusia y China.

En este primer año de gestión visitaron Argentina 28 mandatarios, entre ellos el francés François Hollande y los Primeros ministros de Canadá, Justin Trudeau, y Japón, Shinzo Abe. Macri viajó a Alemania e Italia, entre otros destinos, y tejió una red de vínculos para atraer inversiones y buscar mercados para la producción local.

La llegada de fondos, indispensables para motorizar la recuperación económica, se demora sin embargo más de lo pensado y el Gobierno apeló para financiar su abultado déficit fiscal a la emisión de deuda, más de 50 mil millones de dólares en este primer año según estimó el jefe de Gabinete Marcos Peña.

Las protestas que se multiplican desde noviembre, con 575 piquetes en todo el país según la consultora Diagnóstico Político, demuestran que hay un reclamo popular que el multimillonario aumento de la asistencia que se dispuso no logra satisfacer.

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