DES MOINES, Iowa, EE.UU.
AP

Una primera dama a distancia podría ser una de las peculiaridades del gobierno de Donald Trump.

Rompiendo con la tradición, Melania Trump y su hijo de 10 años Barron seguirán viviendo en la ciudad de Nueva York hasta el final del curso escolar, aunque el nuevo presidente se mude a la Casa Blanca el 20 de enero.

La decisión aleja a Melania Trump de sus antecesoras. Pero parece algo propio del carácter de la exmodelo eslovena nacionalizada estadounidense. Fue una figura esquiva durante la campaña y no tenía experiencia política hasta el sorpresivo éxito de la candidatura de su esposo.

En una entrevista concedida a US Weekly a principios de año, Melania Trump manifestó que Barron «necesita a uno de sus padres en casa, y me gustaría que fuese lo más normal posible».

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