Washington
DPA

A tres meses de dejar la Casa Blanca, Barack Obama dio hoy nuevos pasos para asegurar que ningún Gobierno estadounidense pueda en el futuro dar marcha atrás en su política de acercamiento a Cuba, con la que Estados Unidos retomó relaciones diplomáticas el año pasado tras más de medio siglo.

El mandatario publicó este viernes una directiva presidencial de 12 páginas en la que proclama un enfoque amplio para profundizar en esa aproximación. A la vez, el Departamento del Tesoro y el de Comercio anunciaron más medidas de flexibilización del embargo que facilitan la colaboración científica, la ayuda humanitaria y refuerzan el comercio bilateral.

Entre ellas se han incluido los dos artículos más emblemáticos de Cuba: los habanos y el ron. Desde el lunes, cuando entrarán en vigor las disposiciones aprobadas hoy, los estadounidenses que viajen a la isla podrán salir con todos los cigarros y el ron que deseen. Hasta ahora regía un tope de 100 dólares por persona.

Además, las farmacéuticas cubanas podrán obtener la aprobación de las autoridades estadounidenses, lo que significa que sus productos podrán ser importados, distribuidos y vendidos en territorio norteamericano. Los estadounidenses podrán participar también en investigaciones médicas conjuntas, independientemente de que estas tengan o no fines comerciales.

La directiva presidencial de Obama, definida hoy por un alto cargo de su administración como «el manual» en el que se fijan e institucionalizan los cambios de la política estadounidense, llega a menos de un mes de las elecciones presidenciales y apenas unos días después de que Donald Trump volviera a decir que revertirá el acercamiento a Cuba si llega a la Casa Blanca.

Obama trata de asegurar su legado impidiendo que Trump o cualquier otro en el futuro pueda dar marcha atrás en uno de sus mayores logros en política internacional.

No ha conseguido un éxito completo, ya que con un Congreso mayoritariamente en contra, no puede levantar el embargo a Cuba, pero las medidas de flexibilización que su administración lleva tiempo anunciando y en las que se enmarca el paquete anunciado hoy son una manera de ir desmontándolo de facto.

«El 17 de diciembre de 2014 anuncié que Estados Unidos emprendería un nuevo rumbo respecto a Cuba, terminando con una política desfasada que falló durante varias décadas en el fomento de los intereses de Estados Unidos y en el apoyo a reformas de mejora de la calidad de vida del pueblo cubano en la isla», escribió Obama en la directiva presidencial.

«Bajo la nueva política, Estados Unidos amplía y promueve el trabajo autorizado con Cuba para hacer avanzar la cooperación en áreas de interés mutuo y aumentar los viajes, el comercio y la circulación libre de información hacia Cuba», añadió.

Todos estos pasos tienen también el objetivo de presionar al Congreso por el veto que mantiene al levantamiento del embargo, según reconocieron hoy altos funcionarios. «Haremos lo que podamos para hacer irreversibles estas políticas», dijo uno.

La presión que el mandatario intenta ejercer sobre el Congreso se extiende también al tema del nombramiento del embajador en Cuba, cargo que Estados Unidos sigue sin tener pese a que ha pasado más de un año desde que los dos países retomaron sus relaciones.

Obama nominó el 26 de septiembre al diplomático Jeffrey DeLaurentis, actual jefe de la misión norteamericana en la isla, pero se topa con la oposición republicana en el Congreso, sobre todo la de los senadores de origen hispano.

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