Por ANDREA RODRÍGUEZ

Bogotá, Colombia
Agencia/AP

Ya no se trata de votar por el «sí» o por el «no». Ahora la pregunta es cuántos colombianos acudirán el domingo a las urnas.

_BEl abstencionismo, que según los analistas tendrá gran protagonismo en el plebiscito sobre el acuerdo de paz, se convirtió en un desafío para los actores políticos de Colombia que no logran convencer a la gente de participar en ese tipo de ejercicios pese a sus grandes implicaciones para el país.

«Es difícil saber cuánta gente va a votar. Nosotros estamos diciendo que es el 37% de las personas (habilitadas), que de último nos están dando unos 10 millones de personas», explicó a The Associated Press el consultor César Caballero de la encuestadora Cifras & Conceptos.

Unos 35 millones de personas están habilitados para votar en la consulta popular en la que deberán responder si avalan o rechazan el acuerdo de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmado el lunes en Cartagena.

Aunque los carteles llamando a votar por el «sí» o por el «no» cubren las calles, la televisión repite en forma constante avisos sobre el plebiscito y las radios llenan su programación con apasionadas entrevistas y debates, se estima que la mayoría de los colombianos no irá a votar.

Caballero consideró que el grueso de la población de Colombia, donde el sufragio no es obligatorio, «se va a abstener» y que de ese 37% que concurrirá a los comicios, el «62% votarán por el ‘sí’ y el 38% por el ‘no»’.

Como en otros países de la región, el abstencionismo no es un fenómeno nuevo en Colombia. El consultor recordó que en 1991, en las elecciones para los constituyentes de la nueva carta magna, votó sólo 30% del electorado y en el referendo convocado por el expresidente Álvaro Uribe en 2003 apenas un 25%.

En Venezuela, por ejemplo, un referendo en 1999 para una asamblea constituyente tuvo una inasistencia de 62% y otro para la aprobación del texto constitucional unos meses después tuvo una ausencia de 52%.

«No creo que haya peligro de que se ponga en riesgo el umbral del ‘sí’ pero va a haber una abstención alta», se lamentó con AP el senador Iván Cepeda, un reconocido defensor del acuerdo de paz.

Para que el acuerdo de paz sea refrendado se necesitan poco más de 4,5 millones de votos de los 35 millones de ciudadanos aptos para sufragar.

Colombia se jacta de tener una de las democracias más estables del continente, pero muchos apuntan que su histórica desigualdad económica y política ha minado la participación de la población en los comicios, además de que algunos no alcanzan a ver el impacto de su voto.

«La sociedad no sabe a qué aporta y en qué se construye un país distinto eso de salir a refrendar los acuerdos de paz», dijo a AP Karen Cortés, una vendedora bogotana de 26 años que no votará el domingo. «Creo que hay un nivel de desconfianza en los colombianos».

Lo mismo manifestó el lustrabotas Olmedo Prado. «Nunca voto. Que yo vote ni le pone ni le quita», aseguró el hombre de 34 años. «Al final los políticos colombianos nunca cumplen nada de lo que dicen. Esa vaina no va conmigo».

Negociado a lo largo de casi cuatro años el acuerdo de paz establece que las FARC abandonarán las armas, se sumarán al sistema de partidos políticos y pedirán perdón a las víctimas, entre otros temas.

Pero la forma en que la justicia castigará los delitos cometidos por militares y rebeldes -los guerrilleros podrían no pagarán cárcel si confiesan sus crímenes- y la entrega de dinero a los integrantes de las FARC que se desmovilicen son los más cuestionados entre los votantes por el «no» y los que se abstendrán de sufragar.

«Vote a conciencia, pero vote», repite una publicidad radial.

Aún con los pronósticos de poca participación muchos hacen su mayor esfuerzo para convocar a los votantes. Entre ellos una asociación de ciegos y disminuidos visuales que, junto con las autoridades, desarrolló una plantilla para que las personas con estas limitaciones coloquen en su interior el papel con su voto, realicen su marca y lo depositen en la urna.

«Lo que queremos es que sea un elemento de inclusión, que ninguno nos quedemos sin votar porque es una decisión importante», comentó Luisa Fernanda Moreno, una invidente de 30 años que trabaja como encuadernadora de braille en el Instituto Nacional para Ciegos.

«Lo que hacemos es echarnos a un lado y decir ‘¡y yo para qué voy a votar, qué importa un voto menos!’. No es así, es un voto que vale la pena, que vale para Colombia», dijo.

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