CARTAGENA DE INDIAS, Colombia
AP

Luego de medio siglo de sangrientos combates y cuatro años de tensas negociaciones para llegar a la paz, comienza el trabajo duro para Colombia.

Tras la firma del histórico acuerdo entre el gobierno y la guerrilla de las FARC los colombianos enfrentan ahora el reto de implementar un plan que pondrá a prueba su capacidad de reconciliación y disposición para enfrentar las injusticias que dejó la guerra interna.

La primera prueba será el plebiscito del domingo en el que los colombianos tendrán que votar si aceptan o no el acuerdo. Si pasa, como prevén la mayoría de las encuestas, comenzará la difícil tarea de reabrir las heridas.

Los 7 mil guerrilleros que se estima tienen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregarán sus armas durante los próximos seis meses a un grupo supervisado por las Naciones Unidas.

Pero una vez en efecto el cese del fuego permanente tocará abordar una cuestión sensible: la justicia y compensación de las millones de víctimas del conflicto. Como parte del trato, los rebeldes que confiesen sus crímenes evadirán penas en prisión y a cambio deberán realizar servicios comunitarios en las zonas más afectadas por el conflicto armado.

«La verdad yo sé que esos señores de las FARC son muy complicados, pero desde que no haya más muertos yo me aguanto cualquier cosa, incluso que esos señores no paguen cárcel», dijo a The Associated Press Laura Sánchez, una estudiante de enfermería de 24 años que llegó a Bogotá en 2009 con su familia huyendo de la violencia de su natal departamento de Arauca.

Para el largo plazo las partes han establecido una agenda para el desarrollo de las zonas rurales de Colombia que incluye terminar con la desigualdad en la distribución de la tierra y erradicar los cultivos ilegales de coca que en la década de 1980 fortalecieron a las FARC.

Sin embargo, hay otros riesgos a la seguridad que plantea otro grupo guerrillero más pequeño, pero más ideologizado, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Junto con algunos grupos criminales esa organización podría intentar llenar el vacío que deje el retiro de las FARC.

El gobierno y el ELN han anunciado que mantienen conversaciones para un desarme, pero esas pláticas están sujetas a que el grupo abandone los secuestros. Esta semana, el ELN ordenó un cese unilateral del fuego para permitir el plebiscito del acuerdo con las FARC, un gesto que para algunos indicaría que están dispuestos a flexibilizar sus posiciones. Pero hasta ahora no se ha manifestado sobre la eventual liberación de los detenidos.

El presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el líder de las FARC Rodrigo Londoño, alias «Timochenko», firmaron el lunes el histórico acuerdo de paz ante cerca de 2.500 invitados, incluidos 15 líderes de la región, el secretario general de la ONU Ban Ki-moon y el secretario de Estado estadounidense John Kerry.

En la ceremonia, «Timochenko» pidió perdón a las víctimas del conflicto mientras Santos dio la bienvenida a la vida civil a quienes por años, reconoció, fueron sus mayores enemigos.

Un día después de la firma, el país se mueve entre el deseo del fin de la guerra y el escepticismo.

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