Cartagena de Indias, Colombia
DPA

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, firmaron hoy un histórico acuerdo de paz que pondrá punto final a 52 años de confrontación armada entre el Estado y ese grupo guerrillero si el pacto es aprobado en un plebiscito.

Santos y Londoño, más conocido con el alias de «Timochenko», estamparon sus rúbricas al final de un texto de 297 páginas y para ello utilizaron un «balígrafo», un bolígrafo elaborado con una bala de fusil que se convirtió en uno de los símbolos del proceso de paz.

El gobernante se quitó la paloma que en los últimos meses siempre usó en su terno o sus camisas y se la regaló a Londoño, quien de inmediato se la puso en la solapa.

La ceremonia se llevó a cabo en el Patio de Banderas del centro de convenciones de Cartagena de Indias ante más de 2.000 invitados, entre ellos 14 jefes de Estado, directores de organismos internacionales, diplomáticos, unas 400 víctimas del conflicto armado y más de un centenar de guerrilleros.

El acto solemne empezó con la simbólica apertura de una «puerta hacia la paz». Santos la abrió con una llave y dio paso a los jefes de Estado invitados y a los negociadores del Gobierno y de las FARC, quienes tuvieron asiento en el escenario principal.

Después del himno nacional de Colombia los asistentes guardaron un minuto de silencio por las víctimas del conflicto y después algunas mujeres del municipio de Bojayá entonaron un cántico folclórico de la costa del océano Pacífico sobre la guerra y la paz.

La firma del acuerdo de paz es el epílogo de casi cuatro años de negociaciones en La Habana, donde delegados del Gobierno y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) virtualmente se enclaustraron para solucionar por la vía del diálogo un conflicto que empezó en 1964.

Las partes llegaron a plenos acuerdos en aspectos como desarrollo agrario integral, la participación política de los guerrilleros desmovilizados, la lucha conjunta contra las drogas y la aplicación de un sistema de justicia transicional para castigar a quienes cometieron delitos en el marco del conflicto.

Tras negociar desde noviembre de 2012 en la capital cubana, las partes anunciaron el pasado 24 de agosto que habían evacuado con éxito la totalidad de la agenda de diálogo.

Lo que viene ahora es someter el texto del acuerdo a consideración de los colombianos, quienes el domingo acudirán a las urnas para refrendar o rechazar el pacto de paz en un plebiscito.

La campaña por la refrendación de los acuerdos es promovida por la coalición centro-derechista de Gobierno Unidad Nacional, con el respaldo de la oposición de izquierda y de partidos independientes.

Por su parte, el partido de derecha radical Centro Democrático, dirigido por el ex presidente y ahora senador Álvaro Uribe, el principal líder de la oposición, pide que se vote por el «no», con el argumento de que el Gobierno «le entregó el país a las FARC» y que Colombia se convertirá en un país «castro-chavista», en referencia a los modelos de Cuba y Venezuela.

Esos países cumplieron un papel protagónico en el proceso de paz, pues Cuba es junto con Noruega garante de los acuerdos. A su vez, Venezuela y Chile fungen de «acompañantes».

Si el acuerdo es refrendado en el plebiscito, como lo indican las encuestas de las últimas semanas, los cerca de 8.000 miembros de las FARC se concentrarán en 27 sectores específicos durante medio año, tiempo durante el cual entregarán las armas a las Naciones Unidas en fases previamente establecidas.

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