Por Anne K. Walters
Washington
Agencia/dpa
La demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump pasaron meses lanzándose dardos el uno al otro, pero el lunes tendrán la oportunidad de enfrentarse cara a cara en el primero de los tres debates presidenciales televisados en Estados Unidos.
El debate de 90 minutos a realizarse en la Universidad Hofstra de Long Island, en Nueva York, marca el inicio de la etapa final de la campaña para las elecciones presidenciales del 8 de noviembre, cuando una mayor cantidad de votantes comienza a prestar más atención a la campaña, que ya cautivó a la prensa por más de un año.
Las encuestas de opinión han mostrado que en las últimas semanas se ha ido acortando la brecha, y a pesar de que Clinton todavía mantiene la delantera, algunos sondeos le han dado una ventaja a Trump a nivel nacional tras meses de sólido liderazgo de la candidata demócrata.
«Las apuestas son muy altas», dijo a doa Aaron Kall, profesor de la Universidad de Michigan y autor de un libro sobre debates presidenciales. «Ambos candidatos son muy distintos, tienen miradas radicalmente diferentes. El interés está en un máximo histórico», dijo.
Se espera que el alto nivel de interés se traduzca en un récord de televidentes. La revista «Ad Week» dijo que más de 80 millones de personas lo mirarán por televisión, una cifra únicamente sobrepasada en 1980 por el debate entre el presidente Jimmy Carter y su contrincante Ronald Reagan.
Ninguno de los candidatos es particularmente admirado y ambos se disputan un pequeño número de votantes indecisos, se aferran a sus partidarios e intentan hacer acudir a las urnas a votantes ocasionales.
Clinton necesita arrastrar hacia a su campaña a votantes jóvenes indecisos y cortejar a republicanos anti Trump, mientras que el magnate necesita trabajar para unificar a su fracturado partido, dijo el politólogo Larry Sabato, de la Universidad de Virginia.
Los candidatos han pasado los últimos días previos al debate preparándose para posibles escenarios. Clinton realizó algunos simulacros y tuvo en cuenta algunas estrategias del empresario, mientras que Trump tomó un camino menos convencional al reunirse informalmente con asesores, según el diario «The New York Times».
La campaña de Clinton empezó el viernes a acicatear el debate al enviar a periodistas «mentiras» que Trump podría repetir.
Clinton tiene que tomar la iniciativa, haciendo valer las décadas en el Gobierno como una ventaja para resolver problemas, mientras que Trump debe superar sus deficiencias al punto de que muchos estadounidenses, incluso algunos de sus partidarios, se pregunten si tiene el temperamento necesario para ser presidente.
«El señor Trump debe reafirmarlos. Habla con oraciones cortas, poderosas, lo que es una fortaleza. Debería acompañarlo con un tono presidencial, como lo hizo durante su conferencia de prensa en Ciudad de México, donde estuvo moderado y sobrio antes que enojado o grosero», escribe Karl Rove, un ex asesora del presidente George W. Bush, quien no apoyó a Trump.
Clinton, mientras tanto, recibió consejos del hombre al que aspira a reemplazar. «Sé tú misma y explica qué te motiva», dijo el presidente Barack Obama en una entrevista con ABC News.
El primer debate será moderado por el periodista de NBC Lester Holt e incluirá preguntas sobre el rumbo del país, la economía y la seguridad nacional.
Las violentas protestas tras la muerte de un hombre afroamericano a manos de la policía en Carolina del Norte y el reciente ataque terrorista en Nueva York son temas que seguramente guiarán la discusión, junto a temas económicos y preguntas más amplias sobre el terrorismo.
También se esperan preguntas sobre las aptitudes de cada candidato, luego de que Clinton dijera que Trump no es apto por su temperamento para ser presidente. Trump, por su parte, cuestionó el juicio de Clinton y su salud.
La demócrata es de lejos la más experimentada en el debate, tras una larga carrera como funcionaria pública. Pero Trump brilló en la mayoría de los debates durante las primarias y usó un lenguaje duro para aniquilar a sus oponentes, al pintar a Jeb Busch como débil y a Ted Cruz como un mentiroso.
Pero esa táctica podría volverse en su contra el lunes, cuando sea la primera vez que se enfrente con un oponente a solas.
«En los debates de las primarias pudo esconderse, decía algo raro y luego el moderador no volvía a él hasta 30 minutos después», dijo Kall. «No hay escondite en un debate de dos personas. Va a estar bajo mucha más presión».
Si adopta una postura demasiado dura, podría arriesgarse a que Clinton se vuelva una figura más simpática, como pasó en un debate cuando se postulaba al Senado en el 2000.
La mayoría de los televidentes esperan que Clinton gane el debate, con un 53 por ciento de los encuestados en un sondeo de CNN que afirman que prevalecerá, contra un 43 por ciento que opina a favor de Trump.
No obstante, con Trump corriendo desde atrás, puede que el empresario no tenga que dar una performance sólida para hacerlo bien.
Después de todo, la pregunta es si Trump puede aparecer presidencial y si Clinton puede superar su déficit de confianza.