Por CHRISTOPHER SHERMAN
POZA RICA, México/AP

Los dolientes llenaron ayer la iglesia donde se realizó una Misa en memoria de un sacerdote que fue asesinado junto con otro religioso en el estado costeño de Veracruz.

El templo en la comunidad de Paso Blanco estaba atestado, al punto que algunas personas escucharon la Misa afuera a través de las ventanas, pese a la lluvia.

Un gran cartel en el frente de la iglesia tenía la foto del joven padre José Alfredo Suárez de la Cruz, quien fue ordenado hace sólo unos años y llegó al puesto en Poza Rica un mes antes de ser asesinado.

«Tú eres un sacerdote para siempre», decía el cartel.

A Suárez y Alejo Nabor Jiménez, otro sacerdote, los vieron por última vez el domingo en Poza Rica. Sus cuerpos baleados fueron hallados al día siguiente en una carretera ubicada a kilómetros de distancia. Uno de ellos recibió nueve impactos de bala.

Los fiscales estatales creen que los religiosos conocían a sus atacantes y habían estado bebiendo con ellos antes de que la reunión «se tornó violenta».

Pero algunos feligreses no creen esa teoría y dicen que el crimen organizado ha plagado a esta ciudad del oriente mexicano de muertes y desapariciones.

«Desafortunadamente Poza Rica es un lugar muy severo en seguridad», dijo un sacerdote durante la Misa, ayer y exhortó a las autoridades a que se aseguren que haya justicia.

El ataúd de Suárez estaba en la Misa. Algunas personas abrieron el piso del templo para construir la bóveda donde será enterrado.

El Papa Francisco envió una carta de condolencias, en la que reiteró su «firme condena a todo atentado a la vida y dignidad de las personas» y calificó a los sacerdotes asesinados como «víctimas de una inexcusable violencia».

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