GINEBRA
AP

Estados Unidos y Rusia trabajan al unísono contra el grupo extremista Estado Islámico y la filial de Al Qaeda en Siria. Una rejuvenecida tregua obligará a retirarse a las fuerzas aéreas y terrestres del presidente sirio, Bashar Assad, y al país llegarán nuevos envíos de necesaria ayuda humanitaria.

Estos detalles se hicieron públicos en la madrugada de hoy, cuando el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y el ministro ruso de Exteriores, Sergey Lavrov, culminaron otra maratónica reunión en Ginebra con la presentación de su último y ambicioso plan para poner fin a la devastadora y compleja guerra en Siria.

Los posibles avances del acuerdo, que incluye un cese de hostilidades en todo el país a partir del anochecer del lunes, dependerán de que lo cumplan las fuerzas de Assad, respaldadas por Moscú, y los rebeldes, apoyados por Washington, además de potencias regionales clave como Turquía, Irán y Arabia Saudí que, de un modo u otro, están implicadas directa o indirectamente en los cinco años y medio que dura ya el conflicto sirio.

La esperanza última es silenciar las armas en Siria para que el proceso de paz mediado por Naciones Unidas, que está estancado desde hace tiempo, pueda retomarse con enviados del gobierno de Assad y representantes de la oposición, mientras las dos potencias mundiales se centran en luchar contra los radicales islamistas.

El pacto, al menos públicamente y hasta el momento, parece superar los meses de desconfianza entre Rusia y Estados Unidos a los que hizo referencia el presidente Barack Obama hace menos de una semana.

Ahora, las dos potencias se ponen del mismo lado en una inesperada alianza militar contra insurgentes del grupo EI y Al Qaeda mientras intentan empujar a Assad y a los grupos de la oposición a que terminen con un conflicto que ha causado más de 500 mil muertos y millones de desplazados.

«Esto es solo el comienzo de nuestras nuevas relaciones», manifestó Lavrov sobre Estados Unidos.

Washington debe convencer a los rebeldes sirios para que rompan sus alianzas con Fath al-Sham, un grupo vinculado a Al Qaeda que antes se hacía llamar Frente Nusra, que se ha mezclado con los combatientes respaldados por Estados Unidos. Moscú tendrá que presionar a Assad para que frene su ofensiva contra la oposición armada en zonas concretas que no fueron detalladas.

«El gobierno sirio fue informado de estos acuerdos y está listo para cumplirlos», señaló Lavrov durante su comparecencia ante los medios, pasada la medianoche.

Kerry apuntó que el acuerdo depende de «las decisiones de la gente. Tiene la capacidad de mantenerse, que se proporcionará si el régimen y la oposición cumplen sus obligaciones, algo que nosotros — y esperamos que los otros países de apoyo — les animamos firmemente a hacer».

El jefe de la diplomacia estadounidense aludió también a la posibilidad de una vuelta atrás en el conflicto, como ocurrió tras la tregua presentada por Washington y Moscú a principios de año, que frenó brevemente los combates y facilitó la llegada de convoyes de ayuda antes de la vuelta al derramamiento de sangre.

«Nadie construye esto basándose en la confianza», dijo Kerry. «Se basa en una forma de proporcionar supervisión y en el cumplimiento, a través de intereses mutuos y otras cosas. Si este acuerdo se mantiene, entonces veremos una reducción significativa de la violencia en toda Siria».

El acuerdo corona meses de frenéticos esfuerzos diplomáticos que incluyeron cuatro encuentros entre Kerry y Lavrov desde el pasado 26 de agosto y un largo cara a cara entre Obama y el presidente ruso, Vladimir Putin, en China.

El pacto militar entrará en vigor si ambas partes respetan la tregua durante una semana y permiten la entrega de ayuda humanitaria sin obstáculos. Entonces, Estados Unidos y Rusia comenzarán a intercambiar inteligencia y a coordinar sus ataques, mientras que las fuerzas aéreas y terrestres de Assad ya no podrán luchar contra Fath al-Sham y solo podrán participar en operaciones contra Estado islámico.

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