Por MSTYSLAV CHERNOV
MARINKA, Ucrania
Agencia/AP

El oficial de barba canosa resumió la situación en el oriente de Ucrania en pocas palabras.

«Tomamos posiciones. Les disparamos y ellos nos disparan a nosotros», expresó Mykhailo Gaiduk. «Solo para pasar el tiempo».

La unidad de Gaiduk dispara sobre territorio controlado por separatistas apoyados por Rusia. De ese lado, un rebelde conocido como Chester lo confirma: «Todos estamos cansados de esta guerra sin sentido».

Se suponía que la guerra concluiría tras la firma de un cese al fuego hace dos años. O luego del sellado el año pasado.

Los combates, sin embargo, siguen. Una tregua temporal pactada con motivo del inicio del nuevo año escolar el 1 de septiembre no impidió que surgiesen escaramuzas, como una en la que murieron un soldado ucraniano y un rebelde el martes. Está claro que la tregua es frágil. Ucrania afirma que los rebeldes dispararon unas 90 rondas de morteros hacia unidades en las afueras de la ciudad de Mariupol, una de las zonas más tensas.

Según las Naciones Unidas, más de 9 mil 500 personas murieron en los combates en las regiones de Donetsk y Luhansk que comenzaron en abril del 2014, luego de que el presidente ucraniano pro-ruso Viktor Yanukovych fue derrocado por manifestantes y Rusia anexó la península de Crimea.

La región, conocida también como Donbass, constituye el cinturón industrial ucraniano donde se habla ruso y muchos residentes de ambos bandos desconfían del nuevo gobierno ucraniano pro-occidental. La guerra abierta estalló después de la llegada de una gran cantidad de soldados y de armamentos pesados que se cree vinieron de Rusia.

A pesar de la carnicería y del desgaste que sienten los combatientes, hay pocas expectativas de que la guerra termine pronto. Ucrania dice que propondrá que el cese al fuego acordado con motivo del inicio del año escolar sea permanente durante un encuentro entre negociadores en Minsk. Los pactos negociados en Minsk, sin embargo, rara vez se cumplen.

El Protocolo de Minsk firmado en septiembre del 2014 por Ucrania, Rusia y representantes de los rebeldes estipulaba el fin de los combates. Nadie se dio por enterado de que se había pactado la paz y cinco meses después Minsk albergó una nueva ronda de negociaciones, esta vez con Alemania y Francia presentes.

El acuerdo alcanzado en esa ocasión fue más firme y ambos bandos retiraron sus armamentos pesados… durante un tiempo. Otros aspectos del acuerdo no fueron respetados y los combates no solo se reanudaron, sino que cobraron mayor ferocidad.

Según los acuerdos de Minsk, las dos regiones controladas por los rebeldes, que se hacen llamar las repúblicas populares de Donetsk y de Luhansk, siguen siendo parte de Ucrania, lo que no cayó bien entre quienes postulan la anexión a Rusia o la independencia. A pesar de que siguen siendo parte de Ucrania, gozan de cierta autonomía y el gobierno ucraniano debe convocar elecciones regionales.

El gobierno ucraniano, no obstante, dice que no lo hará hasta que recupere el control pleno de la frontera con Rusia, algo que los rebeldes no piensan ceder.

El líder de la República Popular de Donetsk, que depende mucho del apoyo de Rusia, dice abiertamente que el actual estancamiento le favorece.

«El tiempo trabaja a favor nuestro. El acuerdo de Minsk es una gran victoria diplomática para nosotros, la garantía de nuestro status independiente. Le ató las manos a Kiev y se nos dio la oportunidad de ser más fuertes», expresó recientemente a la prensa Alexander Zakharchenko.

En cierto sentido, también podría terminar favoreciendo al presidente ucraniano Petro Poroshenko, según el analista Vadim Karasyov.

«La guerra le conviene a los dos bandos. Los separatistas reciben dinero. Y Poroshenko puede atribuir los problemas de la economía ucraniana a la guerra», señaló.

Para muchos, una guerra total es preferible a las escaramuzas diarias que no tienen fin.

«En el 2014 sufrimos bajas, pero ganamos. Los presionamos, los vencimos, nos tenían miedo», dijo un francotirador ucraniano que se identificó solo como Corporal. «Ahora sufrimos las mismas pérdidas que ellos, pero seguimos de pie».

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