Cleveland / Washington
DPA

El multimillonario Donald Trump tiene, según su hijo Donald Junior, «un historial de lograr lo imposible». Y, tras ser «coronado» ayer en la Convención Nacional Republicana como candidato del partido a las elecciones presidenciales de noviembre, el magnate apunta a lo más alto: la presidencia de los Estados Unidos.

Cuando en junio de 2015 Trump, un empresario exitoso y «showman» de televisión sin experiencia política y asiduo de la prensa de corazón, anunció su candidatura a las primarias republicanas, pocos eran los analistas que lo tomaban en serio y consideraban que podía llegar tan lejos.

Diecisiete precandidatos iniciaron la carrera republicana hacia la Casa Blanca pero sólo Trump logró llegar a la meta. Primaria tras primaria, caucus tras caucus, fue convenciendo a la base del Partido Republicano de que él será el presidente que hará a «Estados Unidos grande otra vez», según reza el eslogan de su campaña.

«Es un gran honor ser el nominado republicano a presidente de Estados Unidos. Trabajaré duro y nunca les fallaré», prometió Trump en Twitter, poco después de que la mayoría de delegados lo respaldaran en el congreso de su partido en Cleveland (Ohio). «Ganaremos en noviembre», les prometió.

Para ser nombrado oficialmente candidato republicano a la Casa Blanca, Trump debía obtener el apoyo de al menos 1.237 delegados (50 por ciento +1 de los 2.472 delegados presentes en la Convención). No sólo logró el apoyo de 1.725 delegados, sino que consiguió el lunes acallar una pequeña insurrección de una facción anti-Trump que quería cambiar las reglas de la convención y forzar la elección de otro.

Pese a ser el candidato oficial del partido a los comicios de noviembre, muchos republicanos conservadores siguen viendo a Trump como un liberal neoyorquino que no comulga con las ideas conservadoras del partido de Lincoln y Reagan. Pero muchos de ellos están dispuestos a tragarse el sapo con tal de evitar que la ex primera dama demócrata Hillary Clinton gane los comicios y vuelva a la Casa Blanca.

De ahí que Trump haya elegido como compañero de papeleta al gobernador de Indiana Mike Pence, candidato a la vicepresidencia. Pence, quien se define como «un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden», será el encargado de convencer a los republicanos más conservadores para que cierren filas en torno a Trump.

Buena parte de la comunidad latina en Estados Unidos se muestra preocupada ante la posibilidad, cada vez menos remota, de que Trump pueda ganar las elecciones. Y acusan al multimillonario de xenófobo y racista.

«Trump es un peligro para la comunidad latina y para los valores de igualdad y tolerancia que esta nación representa», advirtió Pili Tobar, responsable de comunicación de la organización Latino Victory Fund. «Hoy los republicanos han dado la espalda oficialmente a la comunidad latina», añadió esta activista, quien recordó que según una reciente encuesta el 79 por ciento de los latinos tienen una imagen negativa del candidato republicano.

El presidente del Comité de Campaña Demócrata del Congreso (DCCC, por sus siglas en inglés), el hispano Ben Ray Luján, calificó a Trump de «racista, un intolerante y un ególatra».

El multimillonario lanzó en junio de 2015 su candidatura a las primarias republicanas con un polémico discurso marcado por comentarios xenófobos contra los inmigrantes mexicanos indocumentados, a los que calificó de narcotraficantes, delincuentes y violadores.

Trump prometió que si gana las elecciones presidenciales de noviembre deportará a los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, la mayoría latinoamericanos, y que construirá un muro en la frontera, que hará pagar a México.

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