Madrid
DPA

El 15-M celebra el domingo su quinto aniversario con una manifestación que acabará en la Puerta del Sol de Madrid, epicentro de su nacimiento. A las puertas de la campaña para las elecciones de junio en España, se enfrenta al reto de demostrar que sigue vivo cuando la movilización ha remitido y buena parte de la indignación ha sido canalizada por el partido Podemos.

«¡No nos representan!». El grito de cientos de miles de personas contra los políticos sacudió la plaza madrileña en mayo de 2011. Nacía el 15-M o movimiento de los indignados, una protesta espontánea en medio de la grave crisis económica en España que dejó al descubierto otra crisis política e institucional.

Los indignados acamparon en el kilómetro cero de Madrid durante semanas, celebraron asambleas y crearon comisiones. Pero, sobre todo, resucitaron un interés por la política que no se veía en el país desde la Transición de la dictadura a la democracia, esa transición cuyo consenso proclamaron agotado y pidieron sustituir.

«El 15-M legó una nueva forma de política y nuevos conceptos. En un momento en el que parecía que el único problema era la crisis económica, se empezó a hablar de qué tipo de democracia queremos», dice a la agencia dpa Gema García Albacete, profesora de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid.

En comparación con sus vecinos europeos, en lo político España era hasta entonces un país desafecto. No interesaba la política, se sentía lejos. «Ahora ya es relativamente normal hablar de ella», dice a dpa Luis Salinas, ingeniero civil de 45 años que participó en asambleas y manifestaciones. «Fue una toma de conciencia de que nos podemos unir y protestar. En una sociedad muy individualista, surgió ilusión por juntarnos y tomar las calles».

Esa nueva ilusión por la política en un momento de crisis es uno de los legados del 15-M para la profesora García Albacete. «Creó además un tejido asociativo que antes no teníamos», añade.

El 15-M cambió el relato político de España, que en los años inmediatamente posteriores ha vivido hechos inesperados: irrumpió Podemos, poniendo fin al bipartisimo, y abdicó Juan Carlos I. ¿Fue el 15-M la causa? «Más bien un punto de inflexión que probablemente facilitó el cambio», responde la profesora García Albacete.

Los indignados se movieron al margen de los partidos, pero mientras el fenómeno fue apreciado en la izquierda, la derecha lo desdeñó. «Si dicen que representan al pueblo, la mejor manera de hacerlo es conseguirlo con votos», les retaba el conservador Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy en su segundo aniversario.

En enero de 2014 nacía Podemos, que entró en la Eurocámara en mayo de ese año. En diciembre de 2015 lo hizo en el Parlamento español como tercera fuerza del país tras dinamitar junto con el liberal Ciudadanos un tablero político dominado hasta entonces por solo dos jugadores: el PP y el Partido Socialista (PSOE).

«Podemos no existiría sin el 15-M», asegura a dpa el eurodiputado Miguel Urban, uno de los cofundadores de la formación de Pablo Iglesias. Él y otros líderes del partido estarán en la marcha de este domingo, pero a título personal y no como fuerza política. «Podemos no es el partido del 15-M», explica Urban, que participó en el movimiento desde su inicio. «El 15-M es y era mucho más amplio y en su pluralidad es irrepresentable», sostiene.

La distinta valoración que la izquierda y la derecha hacen de él se ha vuelto a ver con motivo de este quinto aniversario.

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