Manila
DPA

Rodrigo Duterte, el ganador de las elecciones presidenciales de ayer en Filipinas, buscará reformar la Constitución del país para instaurar una forma de gobierno federal, aseguró hoy su portavoz, Peter Lavina.

Además, el dirigente de 71 años está estudiando la posibilidad de imponer un toque de queda nacional a los menores no acompañados y una prohibición de vender alcohol en los establecimientos públicos a partir de la una de la madrugada.

«Esto no tiene nada que ver con restringir nuestros derechos», subrayó Lavina, sino que forma parte de la estrategia para combatir el crimen.

Duterte, el popular alcalde de la ciudad de Davao y famoso por su retórica populista, se impuso con un amplio margen sobre el resto de sus adversarios en las elecciones y su principal rival reconoció la derrota.

«Está claro que el alcalde Duterte será el próximo presidente de la república de Filipinas», dijo el candidato Mar Roxas, nieto de un anterior presidente del país. «Respetemos y aceptemos la decisión del pueblo».

Con el 93 por ciento de los votos escrutados, Duterte recibió casi el 39 por ciento de los votos, equivalentes a 15,52 millones, seguido de Roxas, que sumó un 23,37 por ciento o 9,38 millones de sufragios.

En tercer lugar quedó la senadora Grace Poe, que obtuvo más de ocho millones de votos y ya el lunes reconoció su derrota.

En la carrera por el puesto de vicepresidente, que se vota por separado en Filipinas, se impuso por escaso margen la diputada Leni Robredo, derrotando así a Ferdinand Marcos, hijo del dictador del mismo nombre.

Robredo ya había anunciado su pleno apoyo a Duterte en caso de ser elegida.

Duterte, bautizado «el castigador» por su línea dura en la lucha contra la criminalidad, desató mucha polémica durante la campaña por sus discursos plagados de malas palabras y bromas incluso de mal gusto, por ejemplo sobre la violación de una religiosa. En una ocasión dijo que el agua de la Bahía de Manila se volvería roja por los cadáveres que arrojaría allí y que «Dios lloraría» si era elegido Presidente.

Sin embargo, ayer moderó su lenguaje y llamó a la reconciliación nacional. «Ofrezco mi mano en señal de amistad a aquellos que fueron mis oponentes en estas elecciones», dijo. «Es tiempo de curación».

Duterte es también el primer Presidente del país predominantemente católico que procede de Mindanao, la región del sur donde vive la minoría musulmana de Filipinas y que lleva décadas envueltas en un conflicto armado y terrorismo.

Por eso se espera que su profundo conocimiento del conflicto pueda ayudar a resolverlo. Durante su campaña dijo que ayudaría a los musulmanes que fueron obligados a abandonar sus tierras por los colonos cristianos y que debe haber reconciliación.

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