BRASILIA
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Por segunda vez en menos de un cuarto de siglo, la Cámara de Diputados de Brasil aprobó abrir un proceso de juicio político contra un líder elegido de forma democrática. La decisión fue un golpe devastador para la presidenta Dilma Rousseff, cuyo izquierdista Partido de los Trabajadores alcanzó el poder hace 13 años con la promesa de mejorar la situación de los humildes.

_Inter28_1bLa votación de anoche, por 367-137 a favor del juicio político, superó con creces los 342 votos necesarios para que remitir el proceso al Senado, donde un voto por mayoría decidirá si Rousseff es juzgada y suspendida de forma temporal, con lo que el vicepresidente Michel Temer asumiría el mando provisional. No hay una fecha fijada para el voto en el Senado, aunque se espera que sea a mediados del mes que viene.

Esto lanzará el panorama político del país a la confusión a medida que Brasil se prepara para ser sede de los Juegos Olímpicos en agosto.

La votación en la cámara baja provocó entusiasmo entre muchos brasileños que consideran a Rousseff responsable por toda una serie de problemas, desde la devastadora recesión a los crónicos altos impuestos y malos servicios públicos. Al mismo tiempo, el resultado de la votación consternó a un amplio sector de la población, que lo tachó de antidemocrático y preocupante.

Aunque la propia Rousseff no hizo comentarios sobre los resultados, el líder de su partido en la cámara baja, Jose Guimaraes, admitió que la batalla estaba perdida pero insistió en que la guerra acababa de empezar.

El abogado del Estado, José Eduardo Cardozo, dijo tras la votación que Rousseff no dimitiría y que hablaría sobre la situación el lunes. También apuntó a que podría presentarse una apelación ante el Tribunal Supremo Federal, el más alto tribunal brasileño.

La votación del domingo se produjo unos 24 años después de que la cámara baja abriera los procedimientos de impugnación en 1992 contra Fernando Collor de Mello, el primer presidente elegido democráticamente en Brasil tras más de dos décadas de gobierno militar. Collor afrontaba acusaciones de corrupción y terminó renunciando antes de que el proceso de juicio político concluyera en el Senado.

Rousseff está acusada de violar las leyes fiscales al utilizar trucos contables para mantener el gasto del gobierno. Señalando que no se la acusa de ningún delito, insiste en que la impugnación es un «golpe» y ha prometido que no renunciará.

La presidenta alega que otros presidentes han utilizado las mismas técnicas contables sin repercusiones, e insiste en que las acusaciones son poco más que una débil excusa de la elite gobernante tradicional de Brasil para arrebatar el poder al Partido de los Trabajadores, que gobierna desde 2003.

Rousseff, una antigua guerrillera que fue torturada durante la dictadura militar, fue seleccionada a dedo por el carismático expresidente Luiz Inácio Lula da Silva para sucederle, convirtiéndose en la primera mujer presidenta en Brasil.

Pero tras siete años de rápido crecimiento bajo el gobierno de Silva, la economía empezó a flaquear después de que Rousseff tomara el mando en 2011, y en 2014 logró la reelección por poco tras protestas generalizadas el año anterior. Su índice de popularidad ha bajado al mismo ritmo que la economía, y los sondeos de opinión indican que la mayoría de los brasileños está a favor de su marcha, aunque muchos parecen tener reservas sobre los que están en la línea de sucesión.

Temer, el vicepresidente, se ha visto implicado en el enorme entramado de corrupción centrado en la petrolera estatal Petrobras. Además, también podría afrontar su propio juicio político porque firmó algunas de las maniobras fiscales por las que se persigue a Rousseff.

El segundo en la línea de sucesión, el presidente de la cámara de diputados Eduardo Cunha, ha sido acusado de recibir 5 millones de dólares en sobornos en la red corrupta de Petrobras.

Cunha fue la fuerza impulsora del juicio político, una ironía que no se ha escapado al bando del gobierno.

«Dios mío, que hipocresía. No es Dilma la que debería marcharse del palacio (presidencial). Usted, Eduardo Cunha, no debería estar en ese asiento», afirmó la legisladora Moema Gramacho, del Partido de los Trabajadores, al proclamar su voto por el «no».

Cuando se le preguntó si estaba satisfecho con los resultados, Cunha dijo: «Todo esto es muy triste, muy serio».

«La presidenta perdió la capacidad de gobernar hace tiempo. Cayó al fondo del pozo», dijo Cunha, añadiendo que «ahora Brasil tiene que salir del pozo».

Durante la votación de seis horas, un ambiente circense reinó en el Parlamento. Los legisladores vestían capas con banderas de Brasil y cintas rojas mientras vitoreaban, abucheaban, cantaban y se hacían fotos sin parar mientras avanzaban entre la muchedumbre para llegar al micrófono y proclamar sus votos.

Los partidarios del juicio político mencionaron a Dios, la familia y a Brasil para justificar su decisión y con frecuencia dijeron que la impugnación ayudaría a poner fin a la corrupción endémica en el país.

Los defensores de Rousseff dijeron que el proceso es un golpe para los pobres, de los que se estima que unos 30 millones salieron de la miseria gracias en parte a los populares programas de redistribución de riqueza del Partido de los Trabajadores.


LO QUE SIGUE EN EL PROCESO DE JUICIO POLÍTICO A ROUSSEFF

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Los legisladores brasileños que buscan destituir a Dilma Rousseff por presuntas irregularidades fiscales lograron una victoria importante el domingo en la cámara baja del Congreso al ganar una votación de 367-137 a favor de iniciar un juicio político a la mandataria.

El siguiente es un vistazo de lo que pasará ahora:

-SIGUIENTE PASO
La iniciativa ahora pasa al Senado, el cual deberá decidir si juzga a Rousseff por los cargos. El presidente del Senado ha dicho que el organismo la tomará en el transcurso de un mes, aunque no se ha establecido fecha.

-PRIMERA DECISIÓN DEL SENADO
Si el Senado decide por mayoría simple no aceptar la medida, se termina el proceso de juicio político y Rousseff sigue como presidenta, pero si los senadores votan a favor, Rousseff será suspendida y el vicepresidente Michel Temer asumirá el cargo como interino.

-SEGUNDA DECISIÓN DEL SENADO
En el caso de que el Senado acepte la iniciativa, tendrá hasta 180 días para realizar un juicio a Rousseff. Para retirarla del cargo, dos terceras partes de los 81 senadores, o al menos 54, deben votar a favor de su salida. Con una cifra menor, sería reinstaurada como mandataria.

-LAS OPCIONES DE ROUSSEFF
La presidenta, quien niega haber actuado mal, ha dicho varias veces que no renunciará. Ella puede apelar ante el Tribunal Supremo Federal, la máxima instancia del país, para tratar de anular el proceso argumentando que las acusaciones son falsas. Rousseff frecuentemente dice que no le han presentado cargos por ningún delito. También podría acercarse a negociar con los senadores, aunque esto no funcionó con los diputados.

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