Lima
DPA
Las elecciones peruanas del domingo, en las que se elegirán presidente y 130 congresistas para el período 2016-2021, estuvieron antecedidas por polémicas, derivadas sobre todo de la decisión de Jurado Nacional de Elecciones (JNE) de dejar fuera de carrera a dos candidatos.
Solo especulaciones pueden hacerse respecto a cuál sería el cuadro del momento si no hubiera ocurrido que el JNE, en una decisión muy criticada por expertos, impedía la inscripción del economista liberal Julio Guzmán, que en ese momento estaba segundo en las encuestas tras la derechista Keiko Fujimori y con tendencia al alza.
Nadie puede saber si Guzmán, quien salió del anonimato por las redes sociales podría haber crecido más, o si con los focos puestos sobre él habría seguido cayendo en las contradicciones que ya empezaban a tener costo político.
La polémica también se instaló con la expulsión del candidato populista César Acuña por dar regalos en un acto proselitista, pero no tanto por ese hecho, sino porque el JNE no midió con igual vara a Fujimori, que siguió en carrera.
Analistas ecuánimes en un escenario de pasión, como Fernando Tuesta, coinciden en que la no expulsión de Fujimori violó el principio de igualdad ante la ley, pero, a la vez reconocen que sacar a un tercer candidato fuerte hubiera convertido todo en una especie de farsa.
Las especulaciones periodísticas de que magistrados del JNE eran manipulados por uno de los candidatos, el expresidente Alan García, nunca se respaldaron con pruebas. El exmandatario carece de cualquier opción de triunfo.
Las encuestas apuntan a que Fujimori, hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, ganará la primera vuelta, pero sin el 50 por ciento de votos necesarios para evitar un balotaje el 5 de junio.
Fujimori podría tener como rival definitivo al liberal de derecha Pedro Pablo Kuczynski, ex jefe del gabinete ministerial de 77 años, o la izquierdista Verónika Mendoza, congresista de 35 años, quienes se disputan el segundo puesto mano a mano.
Para analistas como David Sulmont, los escenarios que pueden surgir son muy distintos: Un duelo Fujimori-Kuczynski se centraría en cuál de los dos es más idóneo para mantener el modelo económico vigente, pero un Fujimori-Mendoza polarizaría al país en un esquema tradicional derecha-izquierda.
Otros analistas discrepan porque creen que el factor Fujimori, que conlleva el peso del Gobierno del padre (1990-2000), lleno de corrupción y violaciones a los derechos ciudadanos, pero también éxitos, harán que la polarización sea fujimorismo-antifujimorismo.
De hecho, las mayores movilizaciones de la campaña no han sido a favor de un candidato, sino contra la hija de Fujimori, quien, a la vez, con su sólido liderazgo en los sondeos, demuestra que tiene un poderoso «voto duro» en un país con indisimulada simpatía por ideas próximas al autoritarismo.
Fuerza Popular (FP), el partido de Fujimori, tendrá según sondeos una gran bancada parlamentaria, incluso próxima a la mayoría absoluta, además de tener aliados fieles como los seguidores de García.
Así, para la era que empezará el 28 de julio, se vislumbran tres posibles escenarios: Uno con Fujimori como presidenta y con cheque en blanco del Congreso, otro con Kuczynski como presidente, con acuerdos en lo económico pero algunos choques en lo político, y uno con Mendoza, de fuerte confrontación.