Por ERIC TALMADGE
TOKIO
Agencia/AP

Las maniobras militares conjuntas en gran escala que llevan a cabo Estados Unidos y Corea del Sur hacen destilar veneno a Pyongyan. No solo son las más grandes jamás montadas, sino que los efectivos destacados al sur de la zona desmilitarizada estarían practicando una «misión de decapitación» del líder norcoreano Kim Jong Un.

Es el tipo de opción militar que los planificadores tienden a considerar, pero jamás usan. Y ni Washington ni Seúl han confirmado que sean parte de los operativos conjuntos.

Pero Pyongyang, que ya siente los efectos de nuevas sanciones motivadas por su reciente ensayo nuclear y el lanzamiento de un proyectil, se está tomando muy seriamente una serie de informes de la prensa sudcoreana sobre la supuesta «misión de decapitación». Eso explicaría en buena medida el que haya incrementado su ya de por sí agresiva retórica. Y también podría explicar algunos cambios sutiles en la estrategia militar del norte.

Vistazo a lo que está sucediendo y a lo que el norte y el sur están diciendo:

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PRIMERO, ¿QUÉ ES UNA MISIÓN DE DECAPITACIÓN?

En realidad, no es nada nuevo. Son ataques que tienen como fin eliminar a uno o varios líderes adversarios, en un esfuerzo por destruir o debilitar la cadena de mando al estallar una crisis o cuando una parece inminente. Se cree que son particularmente efectivos contra enemigos con un comando muy centralizado en un grupo pequeño o en un solo líder. La idea es que, si desaparece el líder, resulta mucho más fácil confrontar al enemigo o dificultar su coordinación.

Corea del Norte es un ejemplo perfecto de ese tipo de adversario.

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¿QUÉ ESTA DICIENDO LA PRENSA?

Desde junio más o menos, en que se esbozaron los planes para las actuales maniobras, la prensa sudcoreana ha estado informando acerca de un presunto plan que incluye misiones de decapitación. Sobre todo desde el ensayo nuclear que el norte hizo en enero y el lanzamiento de un proyectil el mes pasado, que hicieron que Seúl tratase de mostrar una actitud dura hacia Pyongyang.

Según la agencia noticiosa sudcoreana Yonhap, las maniobras contemplan entrenamiento y simulaciones de ataques preventivos sobre bases nucleares y militares, además de una «operación de decapitación» en contra de Kim Jong Un, con el fin de derrocar su gobierno en caso de una guerra. Se ha hablado, asimismo, de otras maniobras de parte de las armadas de Estados Unidos y Corea del Sur, con desembarcos anfibios en la costa norcoreana y, de nuevo, ataques contra el liderazgo de Corea del Norte.

Los informes generalmente no tienen fuentes sólidas o son directamente anónimos y no ofrecen detalles de las maniobras, aunque la presencia de unidades especiales estadounidenses no ha pasado inadvertida.

Corea del Norte, por su parte, no ha disimulado su furia. El Comando Supremo del Ejército Popular Coreano difundió un comunicado el mes pasado en el que dijo que el plan de decapitación era un «acto hostil» de primera magnitud y que las armas norcoreanas estaban «listas para abrir fuego». El día en que comenzaron las maniobras, el diario Minju Joson, del Norte, dijo que «acaba de llegar un momento histórico» y que los enemigos «sufrirán la peor de las derrotas», si es necesario, a partir del uso de armas nucleares.

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¿QUÉ HAY DETRÁS DE TODO ESTO?

Potencialmente, mucho.

Corea del Norte ha estado cambiando sus estrategias militares y adoptando tácticas «asimétricas», que consisten en ataques sorpresivos, furtivos, que permitan sacar ventaja a un rival más grande y mejor equipado. Su énfasis en ataques cibernéticos, fuerzas especiales y armas nucleares son ejemplos clásicos.

Un ataque de decapitación podría anular todo eso. Alguien tiene que tomar las decisiones.

El viejo as bajo la manga del norte -su amenaza de un ataque masivo de artillería que devastaría Seúl- ha perdido un poco de credibilidad. Algunos expertos creen que sus armas son demasiado anticuadas y poco confiables. Seúl, por su parte, ha estado ensayando nuevos misiles de alta precisión, capaces de penetrar bunkers, exactamente el tipo de armas que pueden ser usadas en ataques de decapitación.

El norte, que jamás cede ante las presiones, hizo un gran circo la semana pasada al presentar su respuesta a ese problema: un sistema de lanzamiento múltiple de proyectiles de gran calibre, con un alcance que según algunos expertos podría quedar fuera del alcance de los contraataques de Estados Unidos y Corea del Sur, además de proyectiles difíciles de interceptar por los sistemas defensivos.

Es concebible que el norte pueda diseñar ojivas nucleares para esas armas.

Ya antes de los informes más recientes, los expertos habían estado percibiendo un ciclo de «acción y reacción» alimentado por los temores del norte a un ataque de decapitación e indicios de que el sur y Washington podrían estar considerando esa opción, de acuerdo con Jeffrey Lewis, director del Programa de No Proliferación del Este de Asia del Centro James Martin para Estudios de No Proliferación del Middlebury Institute of International Studies de Monterey, California.

«La aparición de un nuevo sistema de artillería de largo alcance que está vinculado específicamente al temor a ataques de decapitación merece nuestra atención, por más que la posibilidad de que tengan cargas nucleares sea apenas insinuada», escribió en un reciente análisis para el influyente portal 38 North. «Pero hay que prestar mucha más atención a la doctrina nuclear en plena evolución de Corea del Norte y también al desarrollo de doctrinas convencionales del Sur que incluyen ataques preventivos y decapitaciones».

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