Madrid
AP

La estrategia del socialista Pedro Sánchez de plantear su investidura como un sí o un no al conservador Mariano Rajoy para intentar ganar el apoyo de Podemos tiene ya consecuencias en el partido izquierdista de Pablo Iglesias.

El exfiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, que fue candidato de la formación en las elecciones europeas de mayo de 2014, en las que Podemos irrumpió en la escena política española, rompió hoy con el partido por no facilitar la investidura de Sánchez con su abstención.

«Yo solo deseo que Mariano Rajoy se vaya a la calle para hacer otro tipo de políticas, no que haya nuevas elecciones y sigamos así», manifestó Jiménez Villarejo al diario El País.

«El objetivo básico y fundamental debería ser expulsar al Gobierno del PP por sus políticas regresivas en economía, libertades públicas y fracaso para afrontar la crisis», insistió.

Su argumentación está en línea de lo que Sánchez planteó a Podemos en su debate de investidura, al que concurrió sabedor de que sin una abstención del partido izquierdista en la segunda votación, la de hoy, no tendría opción. La del Partido Popular (PP) de Rajoy, que también tenía en su mano salvarlo, la descartaba de antemano.

«Abandonemos las políticas del señor Rajoy y del PP», instó Sánchez al presentar su programa de Gobierno, basado en el pacto con el partido liberal Ciudadanos. «El reto al que nos enfrentamos es muy claro: ¿Queremos un cambio de Gobierno basado en el acuerdo, sí o no?», retó el líder del Partido Socialista (PSOE) a Pablo Iglesias.

Iglesias ha negado su abstención a Sánchez porque considera que su pacto con Ciudadanos es una claudicación ante la derecha. Su aspiración era una coalición de Gobierno de izquierdas presidida por el socialista y con él como vicepresidente poderoso. Pero las formas con las que la propuso, dando además a Sánchez la mitad del hipotético gabinete, y el hecho de que no se pudiera llegar a ella sin tener que pactar la abstención con dos partidos independentistas hicieron al socialista desechar la opción.

Que ahora deje Podemos el ex fiscal Jiménez Villarejo, que fue eurodiputado durante unos meses, es un golpe para Iglesias por su simbolismo y abre un precedente para que afloren las críticas.

El jueves ya hubo un intento fallido por parte de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, de acercar a Podemos y al PSOE y generó gran revuelo. La regidora llegó en junio al ayuntamiento al frente de una plataforma municipal de izquierdas en la que está integrado el partido de Iglesias. El apoyo de los socialistas permitió su investidura y evito que el PP, el más votado en los comicios, continuara al frente de la capital de España.

«Sería bonito que hubiera el apoyo a quien está solicitando la investidura», dijo Carmena, en lo que al momento se interpretó como una llamada a Podemos a permitir la proclamación de Sánchez. «Lo peor que nos puede pasar es que haya que repetir las elecciones».

Más tarde tuvo que corregirse: «Un gobierno fuerte y del cambio es un gobierno de coalición entre el PSOE y Podemos. Que nadie me malinterprete», escribió en Twitter. Pero había lanzado la piedra.

Las grietas en Podemos son quizá una de las mejores bazas que tiene para jugar Pedro Sánchez en los dos meses que restan para la convocatoria automática de elecciones. Por ahí quizá pueda presionar a Iglesias para que reconsidere la abstención.

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