Por DARKO BANDIC
SEVNICA, Eslovenia
Agencia/AP
Ya de niña, en la ciudad de provincia eslovena donde nació bajo un régimen comunista, Melania Trump tuvo la ilusión de hacer cosas grandes.
Hoy es una exmodelo que luce los atuendos más refinados, una mujer habituada a las capitales y los idiomas europeos, esposa del favorito para conseguir la nominación presidencial republicana en Estados Unidos y madre de un chico de casi diez años.
La vida, sin embargo, no siempre fue tan glamorosa para la tercera esposa de Donald Trump, una mujer de 45 años oriunda de la ciudad industrial Sevnica, donde pasó su infancia en un departamento junto a un río y a fábricas humeantes.
Los residentes de Sevnica recuerdan a Melania Knavs como una muchacha alta, delgada, educada, muy estudiosa y que soñaba con triunfar en el mundo de la moda.
«Creo que Sevnica le quedaba chica», dice Marjana Jelancic, una amiga de la infancia. «Desde niña soñó con irse de aquí».
Por entonces, Eslovenia era parte de Yugoslavia y tenía un gobierno comunista. Era ligeramente más liberal que otras dictaduras de Europa oriental y mantenía lazos con Occidente. Sus ciudadanos podían viajar al exterior.
El padre de Melania, Viktor Knavs, vendía autos y su madre, Amalia, trabajaba en una fábrica textil. La familia vivía en un edificio de departamentos de ocho pisos pegado a la escuela primaria donde estudio la hoy esposa de Trump.
Jelanic, quien hoy dirige la escuela, recuerda a su amiga como a una «estudiante excelente, muy organizada, disciplinada, de muy buenos modales».
«Jamás le oímos decir una mala palabra o hablar mal de nadie», relata.
La muchacha se interesó en el mundo de la moda de pequeña, en la primaria, y alguna vez habló de que quería ser diseñadora, según su amiga.
«Hacía cosas nuevas usando ropa vieja», dijo Jelancic.
Melania comenzó a hacer realidad sus sueños cuando se mudó a Liubliana, la capital eslovena, para ir a la secundaria. Un día el fotógrafo Stane Jerko se topó de casualidad en la calle con esta muchacha de 1,80 meteros (5 pies 11) y ojos azules.
«Me acuerdo todavía lo alta que era y lo lindos que eran su cuerpo y su cabello», dijo Jerko mientras mostraba fotos de Melania de esa época en blanco y negro. «No sonreía, porque era tímida y estaba asustada, pero la alenté para que viniese al estudio».
La biografía oficial de Melania dice que comenzó a modelar a los 16 años. Trabajó en Milán, París y otros centros de la moda y aprendió a hablar fluidamente inglés, alemán, francés e italiano, además de esloveno y serbocroata, las lenguas que se hablaban en Yugoslavia.
Se cambió su nombre y pasó a llamarse Melania Knauss, y se radicó en Nueva York en 1996. Dos años después conoció a su futuro marido en una fiesta en Manhattan, en la que Trump, recién separado, le pidió a la modelo, que era 24 años menor, su número de teléfono.
Ella no se lo dio porque Trump estaba con otra mujer esa noche, según cuenta.
Al año siguiente ya eran pareja. Se casaron en enero del 2005 y un año después tuvieron a su hijo Barron. Antes del nacimiento, Melania, con un embarazo avanzado, fue fotografiada por la revista Voge luciendo solo una bikini dorada en la escalera del jet privado de su marido.
Melania trató de pasar inadvertida hasta hace poco. Su primera presentación pública en la campaña presidencial de su marido fue en Myrtle Beach, South Carolina, en noviembre, cuando Trump llamó a su familia al escenario durante un acto.
«¿No es el mejor?», preguntó ella a la multitud en un inglés con mucho acento extranjero. «Será el mejor presidente de la historia. ¡Te quiero!».
Mientras la gente la ovacionaba, Trump, de 69 años, le dio un beso y se lo escuchó decirle: «Gracias mi amor. Muy bonito».
En una entrevista difundida el miércoles por MSNBC, Melania dijo que era «impresionante lo que está pasando» con Trump, quien parece encaminado a la nominación presidencial, y agregó que se enamoró de él por su inteligencia.
«Tiene una mente notable, es muy inteligente. Muy encantador. Con mucha energía. Tenemos una gran relación», sostuvo. «No quiero que cambie nada y él no quiere que yo cambie».
Cuando se le preguntó sobre los polémicos comentarios de su marido en torno a la inmigración, dijo que Trump «abrió una conversación que nadie» ha querido entablar.
Trump dice que va a construir un muro a lo largo de toda la frontera con México y planteó que se prohíba temporalmente el ingreso a todo musulmán.
Melania destacó que ella misma era inmigrante, pero que había acatado las leyes de Estados Unidos, adonde vino con una visa de trabajo, para luego conseguir la residencia permanente y posteriormente la ciudadanía.
«Jamás me pasó por la cabeza quedarme sin papeles», añadió.
Jelancic dijo que se sorprendió al enterarse de que Melania se había casado con alguien mucho mayor que ella, hasta que supo que Trump se parece bastante al padre de su amiga.
«Los dos son gente muy trabajadora. Debe haber habido buena química», expresó.
No todo el mundo en Sevnica se siente emocionado por la posibilidad de que alguien nacida allí pueda ser primera dama de Estados Unidos.
«¿A quién le importa? Tenemos cosas más importantes de qué preocuparnos», manifestó Ilia Nikic.
Albina Zver, una mujer cincuentona, opinó que Melania no será primera dama porque «Donald Trump va a perder» las elecciones.
El fotógrafo Jerko, no obstante, opinó que «sería magnífico para Eslovenia si llega a ser la primera dama».
«Yo creo que es algo más que la esposa de Donald Trump», agregó. «Tiene algo especial. Sé que es muy inteligente y astuta».