Por PAUL WISEMAN y DAVID McHUGH
WASHINGTON
Agencia/AP

Ocho años después de la crisis financiera, el mundo empieza a asimilar una incómoda realidad: la economía global sigue teniendo grandes debilidades y puede que no haya ayuda de emergencia en camino.

La cotización a la baja, la inflación plana y el fenómeno de las tasas de interés negativas se han sumado a una desaceleración en los mercados emergentes para despertar el temor a que la economía se ve amenazada por peligros que los bancos centrales -que actuaron como salvadores durante la crisis- podrían tener problemas para combatir.

Mientras tanto, los bancos minoristas vuelven a ser un motivo de preocupación, sobre todo en Europa. Los bancos estaban en el centro de la crisis entre 2007 y 2009, que comenzó en Estados Unidos por los préstamos excesivos a propietarios de inmuebles con mala calificación crediticia, y después arrastró al mundo a una recesión.

«Tenemos un crecimiento bastante flojo en todo el mundo. En realidad no tenemos ninguna inflación. Y tenemos mucha incertidumbre», dijo David Lebovitz, que asesora en estrategias de mercado para JP Morgan Funds.

Parte de la inestabilidad reciente podría ser una reacción exagerada de inversionistas temerosos. Y las bajísimas tasas de interés se deben en parte a las políticas de dinero fácil emprendidas por los bancos centrales, que hicieron todo lo que pudieron para fomentar el crecimiento en los años posteriores a la crisis.

El desempleo es bajo en varias economías grandes, con un 4,9% en Estados Unidos y un 4,5% en Alemania. El FMI prevé un aumento del crecimiento, del 3,1% el año pasado al 3,4% este año.

Pero sigue lejos del crecimiento del 5,1% registrado en 2007, antes de la crisis. Ahora empieza a asentarse la idea de que el crecimiento podría seguir siendo mediocre, y que la inestabilidad reciente podría ser algo más que la volatilidad normal del mercado.

En Japón, la rentabilidad por los bonos a 10 años se volvió negativa de forma temporal, lo que implica que los compradores de bonos estaban dispuestos a pagar al gobierno por el privilegio de ser sus acreedores, durante años. En Estados Unidos, las tasas de mercado a largo plazo vuelven a caer a pesar de que la Reserva Federal ha empezado a impulsarlas hacia arriba. Muchos bonos gubernamentales emitidos por gobiernos europeos se venden con rentabilidad negativa o cerca de cero.

Eso es alarmante por que las tasas tan bajas e incluso negativas están fuera de lo normal. Por un lado, apuntan a que los inversores de bonos no esperan que la economía crezca lo suficiente como para que los bancos centrales suban las tasas.

Además, se han producido fuertes caídas en las bolsas mundiales. El índice Standard and Poor’s 500 ha perdido un 10,5% este año, el Nikkei 225 nipón ha perdido un 16%, el índice compuesto de Shangai un 22% y el alemán DAX en torno a un 14%.

China

Una brusca desaceleración en China amenaza con eliminar un pilar del crecimiento global. Una floja demanda de materia prima en el país ha golpeado a los productores de crudo y metales en otros países. Rusia, por ejemplo, que exporta energía, cayó en recesión y su moneda ha caído.

La automotriz alemana Daimler registró el año pasado un beneficio operativo récord de 13.800 millones de euros, gracias a un aumento del 41% de las ventas en China de sus automóviles de lujo Mercedes-Benz. Pero sus acciones cayeron cuando anunció una sombría perspectiva de mínimo aumento en sus beneficios para 2016 y crecimiento «más moderado» en China. El director ejecutivo, Dieter Zetsche, advirtió de que veía «más riesgos que oportunidades» ante un crecimiento global «limitado».


Mercados emergentes que se sumergen

El dinero está saliendo de los llamados mercados emergentes, como Brasil, Rusia, Sudáfrica y Turquía. Los inversionistas sacaron 735 mil millones de estos países en 2015, el primer año de salidas netas de capital desde 1998, según el Institute of International Finance.

Los mercados emergentes ya no lo son tanto: aportan un 70% del crecimiento global previsto.

Los bancos centrales, liderados por la Reserva Federal estadounidense, respondieron a la recesión global reduciendo tipos de interés e imprimiendo dinero. Eso animó a los inversionistas que buscaban más rentabilidad a poner su dinero en mercados emergentes.

Ahora que la Fed intenta elevar sus tasas de interés, esos flujos han tomado la dirección opuesta y hacen que los mercados financieros y las monedas de mercados emergentes pierdan fuerza. Lo que hace las deudas más difíciles de pagar.

Stephen Lewis, economista jefe en ADM Investor Services International, dijo que hay poco que la Fed pueda hacer salvo seguir adelante con la subida de tasas hasta un nivel más normal.

«A menos que vayamos a paralizar para siempre la política monetaria en las economías avanzadas, es inevitable que los fondos que fueron a mercados emergentes regresen de ellos», indicó.

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