WASHINGTON
AP

Acosada por Bernie Sanders en las encuestas, Hillary Clinton está apelando a muchos de los argumentos que empleó en su fallida campaña presidencial del 2008, cuando fue derrotada por Barack Obama en las internas demócratas.

Clinton apuesta a la experiencia por sobre todo e insiste en tono sarcástico en que, como exprimera dama y exsecretaria de estado, no necesitaría que nadie le hiciese una visita guiada de la Casa Blanca en caso de ser elegida. Algo parecido hizo ocho años atrás y descubrió, para su sorpresa, que el electorado quería algo nuevo, no un veterano de Washington.

Clinton afirma asimismo que propuestas de Sanders como la de un plan de salud universal y universidades públicas gratuitas son inviables en un sistema político tan dividido.

«Ojalá pudiéramos elegir un presidente demócrata capaz de agitar su varita mágica y decir ‘vamos a hacer esto y aquello»’, expresó Clinton esta semana en Iowa. «Pero ese no es el mundo real en que vivimos».

Sus comentarios fueron muy parecidos a unos que hizo en el 2008, cuando planteó que muchas de las propuestas de Obama eran como decir que «el cielo se despejará, se hará la luz, cantará un coro celestial, todo el mundo admitirá que hay que hacer lo indicado y el mundo será perfecto».

«Tal vez he vivido demasiado, pero no me hago ilusiones acerca de lo duro que va a ser esto», agregó en esa ocasión. «No se puede agitar la varita mágica y hacer que desaparezcan los intereses especiales».

Los comentarios recientes de Clinton sorprendieron incluso a algunos de sus partidarios, que temen que caiga en la misma trampa del 2008, subestimando a un rival e ignorando el deseo del electorado de buscar candidatos marginales en ambos partidos.

«El que uno venga de Washington no le va a granjear amigos a nadie en este ciclo electoral», afirmó Ben LaBolt, quien colaboró con Obama en sus dos campañas presidenciales. «Lo que cuenta es la capacidad de cada uno para hacer frente a fuertes desafíos y hasta qué punto la experiencia indica que es capaz de hacer eso».

A menos de tres semanas de las primeras votaciones internas, Sanders parece ser quién más entusiasmo genera entre los demócratas. El senador de Vermont está arriba desde hace tiempo en las encuestas de la vecina New Hampshire y parece estar ganando terreno también en Iowa, impulsado por el apoyo de muchos de los votantes jóvenes y progresistas que respaldaron a Obama hace ocho años.

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