DAMASCO, Siria
Agencia dpa

El jefe de ayuda humanitaria de Naciones Unidas pidió que la entrega de ayuda el lunes a tres localidades sitiadas en Siria sea la primera de muchas, y celebró un comunicado del gobierno sobre que estas entregas se repetirán y mantendrán.

Tras informar a puerta cerrada al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Stephen O’Brien dijo a la prensa que los convoyes de ayuda a los civiles en las tres localidades que llevan meses aisladas por la guerra en Siria no deben ser «puntuales ni excepcionales».

Naciones Unidas estima que 4,5 millones de sirios viven en lugares asediados o de difícil acceso y necesitan con desesperación ayuda humanitaria, ya que a los civiles se les impide marcharse y a los trabajadores humanitarios no se les permite el paso para llevar comida, medicamentos, combustible y otros suministros.

Las noticias sobre hambrunas y las imágenes de niños desnutridos provocaron alarma a nivel internacional y subrayaron la urgencia de las nuevas conversaciones de paz que Naciones Unidas espera acoger en Ginebra el 25 de enero.

Los destacamentos humanitarios con alimentos y otros suministros llegaron el lunes a tres pueblos sitiados: las localidades chiíes de Foua y Kfarya en el norte de Siria y Madaya, cerca de Damasco. O’Brien dijo que en este último lugar hay unas 400 personas que necesitan evacuación inmediata para recibir tratamiento que salve sus vidas debido a problemas médicos, malnutrición e inanición.

Se harán esfuerzos para llevar ambulancias a Madaya el martes y evacuar a las 400 personas, de todas las edades, si se consigue paso seguro, dijo O’Brien.

Distribuir la ayuda en Madata, Foua y Kfarya llevará varios días y es probable que los suministros duren en torno a un mes, indicaron agencias humanitarias.

«Es de verdad descorazonador ver la situación de la gente», dijo Pawel Krzysiek, portavoz de Cruz Roja y que supervisó la distribución en Madaya. «Hace un momento se me acercó una niña pequeña y lo primero que me preguntó fue ‘¿Trajeron comida?»’.

Sajjad Malik, representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y que participó en la operación, describió el agradecimiento de la gente. «Hace frío y llueve, pero hay emoción porque estamos aquí con alimentos y mantas», dijo Malik.

La operación supuso un pequeño avance en un amargo conflicto que ya está en su quinto año, que ha matado a un cuarto de millón de personas, desplazado a millones y dejado el país en ruinas.

Los rebeldes contrarios al presidente Bashar Assad controlan Madaya, una ciudad de montaña unos 24 kilómetros (15 millas) al noroeste de Damasco. Tropas del gobierno y combatientes del grupo armado libanés Jezbolá rodean la localidad. En las últimas semanas, activistas opositores y grupos humanitarios han informado de varias muertes por inanición.

El embajador de Siria ante Naciones Unidas, Bashar Ja’afari, negó que nadie estuviera muriendo de hambre en Madaya y acusó especialmente a la televisión árabe de «inventar estas acusaciones y mentiras».

Hablando en la sede de Naciones Unidas, acusó a «grupos terroristas armados» de robar la ayuda humanitaria y revenderla a precios prohibitivos.

«El gobierno sirio no ejerce ni ejercerá ninguna política de hambruna contra su propio pueblo», aseguró Ja’afari.

Pero O’Brien, el responsable humanitario de la ONU, señaló que todas las pruebas reunidas por Naciones Unidas demuestran que se han registrado una grave desnutrición, grave desabastecimiento de comida e informes sobre personas «que o bien se están muriendo de hambre o en efecto murieron de hambre».

Un equipo de Associated Press vio los tres primeros camiones entrando en Madaya el lunes, aunque no se permitió a los periodistas acompañar al personal humanitario. En la entrada del pueblo, varios civiles —incluyendo cinco niños que temblaban de frío— dijeron estar esperando a que se los llevara fuera.

«Quiero salir. No hay nada en Madaya, ni agua, ni electricidad, ni combustible ni comida», dijo Safiya Ghosn, una profesora que estaba a la entrada de la ciudad con la esperanza de ser evacuada.

Al mismo tiempo, otros camiones empezaron a llegar a Foua y Kfarya, asediadas por grupos rebeldes cientos de kilómetros (millas) más al norte.

Las personas en las tres localidades relataron historias de hambre y penurias. Los combatientes progubernamentales evacuados hace poco de Foua y Kfarya dijeron que algunos vecinos comen pasto para sobrevivir. Los vecinos de Madaya, por su parte, dijeron haber sobrevivido con sopa hecha con hojas y agua salada.

Casi 42.000 personas de la ciudad corren riesgo de desnutrición, dijo Yacoub El Hillo, residente de Naciones Unidas y Coordinador Humanitario en Siria.

 

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